Adolfo Fernández Punsola protagoniza una nueva entrega del ciclo ‘Alucinaciones’

25 mayo 2010


Esta tarde, a las siete y media de la tarde, en el Museo de Bellas Artes de Santander, tendrá lugar una nueva Alucinación del ciclo 2010 a cargo de Adolfo Fernández Punsola, quien hablará de obra de María Blanchard, La comulgante, del año 1926.

Fernández Punsola es historiador del Arte, modisto, diseñador y comisario de exposiciones (Cabezón de la Sal, Cantabria,1954). Estudió Filosofía y Letras, Sección de Arte, en la Universidad de Barcelona. Trabajó en el estudio de diseño de Toni Miró y montó su propio taller en Cabezón de la Sal.
Colabora con las más prestigiosas revistas de moda. Desarrolló una línea de punto de gran originalidad y sobriedad. Ha expuesto sus dibujos, pinturas e instalaciones en el Museo de Bellas Artes de Santander (1983), Cámara de Comercio (1990), Palacete del Embarcadero (1992), Galería Índice (1993), la gran instalación Cooperación, Mundo y Utopía (1999) en el Palacete del Embarcadero de Santander y en la Galería El Cantil (2001), donde ofreció un montaje que simbolizó su despedida del mundo de la moda. Uno de sus últimos trabajos fue Voluntariado, Exclusión y Orden Social (2001) presentado en la Sala Universidad de la Marina Civil.

Como comisario de exposiciones pueden destacarse las que dedicó a las fotos de Arnold Newman de Marilyn Monroe y Carl Sandburg (2002), la del fotógrafo César Lucas con imágenes de Ché Guevara en Madrid (2003) y Rommy Schneider (2006), y la más reciente Ocaña y los del Norte (Galería Zoom, 2010).

La pintora María Gutiérrez Cueto, más conocida como María Blanchard, nació 6 de marzo de 1881 en Santander. Su padre era director del periódico El Atlántico y su madre era de ascendencia polaca y francesa. María adoptó el apellido Blanchard de su abuelo materno.

A causa de un accidente que tuvo su madre durante el embarazo, María nació con una deformidad física en la columna, era jorobada. Por este motivo, padeció continuas burlas desde la infancia que le afectarán psicológicamente el resto de su vida. La pintura será su gran evasión. Creció en un ambiente familiar culto, es su padre quien hace despertar su interés por el arte. En 1903 se trasladó a Madrid para comenzar su formación con los pintores Emilio Sala, Fernando Álvarez de Sotomayor y Manuel Benedito.

Tras obtener la Tercera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes con Los primeros pasos, la Diputación de Santander le concede una beca en 1909, para completar sus estudios en París. Allí recibió clases del pintor español Anglada Camarasa y de Kees van Dongen, que orientan su trabajo hacia la libertad del color y la expresión, alejándose de su formación académica española. Un ejemplo, es el cuadro Ninfas encadenando a Sileno, donde se aprecia la influencia de Anglada Camarasa.

En 1914, a causa del estallido de la Primera Guerra Mundial, regresa a Madrid. Asiste a la tertulia de Ramón Gómez de la Serna en el café Pombo y participa en la polémica exposición de Pintores íntegros organizada por éste. Después, se dedicará a la enseñanza como profesora de dibujo en Salamanca, hasta que en 1916, cuando finaliza la guerra, vuelve definitivamente a París.

De nuevo en la capital francesa, se relaciona con artistas como Juan Gris, Lipchitz, Metzinger, Diego Rivera, Picabia y Picasso, entablando una gran amistad con Juan Gris, quien ejercerá una profunda influencia sobre ella. Formó parte del grupo cubista parisino, asimiló sus presupuestos y desarrolló una pintura cubista introduciendo elementos personales, como es el tratamiento del color. Poco a poco abandonará este estilo y se inclinará por la figuración. Se trata de una figuración en la que hay cierta influencia constructiva del cubismo.

Se caracteriza por los colores dramáticos, dibujos duros y violentos contrastes. Son imágenes intimistas, expresivas, de personajes desvalidos. En 1927, cuando muere Juan Gris, María Blanchard se recluye en sí misma y pierde el contacto con los demás artistas. Su salud empieza a deteriorarse, padece tuberculosis, pero no deja de pintar. Finalmente, muere en 1932.

Blanchard realizó dos versiones de La comulgante, una en 1914, obra que alcanzó un éxito sin precedentes cuando se exhibió en el Salon des Indépendents, y otra la que se puede contemplar en el Museo santanderino del año 1923, lienzo que fue rescatado por el Museo de Bellas Artes de Santander hace dos años para que formara parte de la intensa e importante exposición monográfica que dicho museo le dedicó a Blanchard y sobre la que versará la intervención de Adolfo Fernández Punsola. La obra pertecene a una colección particular y está depositada temporalmente en el Museo de Santander, de forma generosa, por su propietario.

Esta segunda versión la artista cántabra la pintó para regalársela a su única discíplula conocida. El rescate de la pintura fue sumamente importante, pudiéndose estudiar las dos versiones, con sus evidentes y curiosas diferencias, a través de las cuales emerge la especial inteligencia de la artista cántabra, asunto siempre ensombrecido por los sinsabores que Blanchard sufrió en vida, cuestión que fue un punto clave en la organización de dicho proyecto expositivo, en el que se presentaron varias e importantes obras cubistas, pinturas primitivistas –concepto a la que pertenece, tardíamente esta versión- y, finalmente, otras figurativas de recuerdo novoobjetivo y expresivo, de claros recuerdos y rastros tardocubistas.

Como ya es habitual, el ciclo de Alucinaciones del Museo de Bellas Artes de Santander invita a diferentes personas del mundo cultural de la ciudad y región, de España y el extranjero, para que elija una obra de la colección y lleva a cabo una disertación sobre un tema que habitualmente nada tiene que ver con el artista y la obra electa, siendo ambos y referente de desarrollo de un tema bien diferente. Ya son más de medio centenar de personas diferentes las que han venido alucinando durante estos últimos años en el Museo santanderino.


1 Opiniones...Anímate a participar :

Enrique Blanchard dijo...

He de rectificarte en lo refeente al nombre de Maria. Sus apellidos no son Gutierrez Cueto sino Gutierrez Blanchard, toda vez que la unión de los apellidos de su padre se realizó años después de la muerte de Maria.
De todas formas, enhorabuena por esta iniciativa.

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