Ángel Gómez 'Litu', profeta en su tierra

22 mayo 2011


No hubo vencedores ni vencidos, ayer, en la línea de llegada de Cabezón de la Sal. Los más de 4.000 osados que tomaron la salida en las distintas modalidades de 'Los 10.000 del Soplao' obtuvieron su particular triunfo, simplemente, por acudir a la gran cita del ultrafondo de bicicleta en Cantabria. Sin embargo, sí hubo un primer clasificado. Ángel Gómez 'Litu', un exciclista profesional de la carretera recuperó parte de lo que en su día le negó la élite de este sufrido deporte. «Este es la victoria más importante de mi vida», exclamaba entre sollozos en la línea de llegada. A pesar de la dureza del recorrido, el de Ucieda tuvo fuerzas para sacar más de seis minutos a otro viejo conocido de la prueba: Matías Cagigas. El incombustible colindrés, también exprofesional de la carretera, repitió el puesto del año pasado, acompañado por otro antiguo 'pro', Eduardo González, oriundo de Vernejo. Fran Ventoso, recién llegado del Giro, decidió tomar parte en la prueba y «salir a rodar con un poco de compañía», como decía en su cuenta personal de Twitter.



El resto del pelotón lo conformaron otros 3.908 valientes que desafiaron a las previsiones meteorológicas, a la dureza del recorrido y a sus propios miedos y angustias. Es difícil explicar lo que supone para un 'biker' tomar parte en un reto como el del 'Soplao'. Son casi 4.000 historias diferentes, pero todas igual de importantes.

Emoción en la salida

El reloj no había dado aún las ocho de la mañana y ya sonaban los australianos AC DC por los potentes altavoces. Los habituales ya sabían el ritual. Tras el 'Thunderstruck', la traca, olor a pólvora y millares de ciclistas buscando su lugar en la 'serpiente multicolor'. Más de 20 minutos de diferencia hubo entre el primero y el último en cruzar el arco de salida, lo que supone que cuando los 'gallos' ya estaban en el Monte Corona, los últimos aún no habían tomado la salida.

Enseguida comenzaron las prisas y se formaron los pelotones en función de la preparación de los integrantes. En la parte delantera, 'Chisco' del MTB Cabezón y Juan Carlos Freire (Salcedo) tomaron la cabeza de carrera. Llegaron a tener 3 minutos, pero antes de coronar el Alto de Cruz de Fuentes, el grupo perseguidor ya les había dado caza. Matías Cagigas (Valle de Buelna MTB) fue el que más empeño puso, con 'Litu' (MTB Cabezón) a su estela. Ambos se disputaron la victoria en la última ascensión al Moral. En ese momento, Fran Ventoso, que cambió el averno del Giro por el 'infierno cántabro' ya se había bajado de la bici en Bárcena Mayor. La victoria final se inclinó del lado del de Ucieda. 'Litu' logró demarrar a cuatro kilómetros de coronar para imponerse en solitario en la meta de Cabezón. Su sueño se hizo realidad.

Por la parte de atrás, poco importaba la llegada de los primeros. Cada 'biker' tenía fijada su propia meta. Unos, bajar su marca personal de otras ediciones, otros, simplemente acabar... La subida a San Antonio, Monte Aa, Moral, Cruz de Fuentes, Ozcaba, Venta Vieja y Moral, de nuevo, puso contra las cuerdas a más de uno. Intercambios de barritas energéticas, bebidas isotónicas, geles recuperantes y material para reparar las bicicletas fue el denominador común entre los participantes. «Estáis chiflados», «vosotros sí que tenéis mérito»... gritaban los ciclistas cada vez que se encontraban en el camino con algunos de los distintos caminantes con los que compartían prueba. Y es que ser capaz de recorrer 46 kilómetros a pie o corriendo, o recorrer 122 kilómetros en dieciséis horas es un privilegio reservado a unos pocos.

Pasaban las horas más despacio que los kilómetros y, en esto, volvió a caer la noche. Tras más de 15 horas aún quedaban ciclistas desperdigados por el monte. La orden de la organización era clara: «Hasta las doce no se mueve nadie de la línea de meta». Y es que uno de los méritos del MTB Cabezón es tratar con igual de mimo a los primeros clasificados que a los últimos. Además, son éstos los que con sus historias de superación personal dan realce a la prueba. Mientras, el resto de los que habían finalizado, aguardaban junto al arco de entrada para aplaudir y dar un cálido reconocimiento a todos y cada uno de los que iban entrando. Es obligado. Antes han sido ellos los que han recibido el cariño. Cada edición que pasa las cunetas y los montes acogen a más gente. Cencerros, campanos, pancartas y tonelandas de ánimos salen de las gargantas de un enfervorecido público que sabe reconocer el esfuerzo de todos y cada uno de los 'valientes'. Es difícil controlar a tantos miles de participantes y ayer la organización lo consiguió.

Enhorabuena a todos y, también, a aquellos que no consiguieron alcanzar sus objetivos, pero tranquilos. Sólo quedan 364 días para la siguiente edición. ¡Así que a entrenar!

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