África te abre los ojos

11 octubre 2009


Rafael Labat es un oftalmólogo santanderino de 46 años que reside en Cabezón de la Sal y desde que finalizó sus estudios universitarios sintió el impulso de implicarse en alguna ONG para ayudar a los necesitados. Desde el año 1995 colabora con la Fundación Ruta de la Luz, especializada en salud visual y compuesta por una cooperativa de 600 ópticas repartidas por toda España que desarrollan sus proyectos principalmente en África y Sudamérica. Rafa explica cosas increíbles, como que una persona ciega de cataratas en África sobrevive de media dos años a la enfermedad, ya que la dureza del terreno y la escasez de medios hacen que la vida de un ciego sea un calvario. Voluntarios como Rafa, con una simple operación, hacen ver la luz de nuevo a estas personas y las devuelven la esperanza y las ganas de vivir.

-¿En qué año empezó a colaborar con esta fundación?

-La primera experiencia con una ONG fue en 1995, que es cuando se constituye la Fundación Ruta de la Luz y se viaja por primera vez a Mauritania. Elegimos este país porque tenía un acceso más o menos fácil desde España, y en esa época estaba pasando un momento de grandes hambrunas por la sequías del Sahara, pero yo no fui allí hasta el año 1997 y luego repetí en 2000.

-¿Cómo vivió su primera experiencia en África?

-Yo creo que es la experiencia que más me ha marcado, porque de repente ves mucha miseria, la pobreza en estado puro, ves todo ese atraso, las desigualdades sociales, cómo los gerifaltes hacen las veces de señores feudales, y es raro porque por una parte te crea una especie de rechazo pero a la vez te provoca amarlo, y te impulsa a querer ayudar en la medida de tus posibilidades, es una sensación muy contradictoria. Uno de los primeros día que estuve allí se me saltaban las lágrimas de impotencia al darme cuenta de que no podía ayudar a toda esa gente. Al final asimilas que con tus medios tienes que dirigirte a una población y es imposible abarcar todo, pero si te digo la verdad, allí hay mucha gente que tampoco quieren que les ayudemos.

-¿Y eso a qué se debe? ¿Por qué rechazan la ayuda?

-Porque tú eres blanco, occidental y eres su antiguo colonizador, aunque España nunca estuvo en Mauritania, pero ellos lo asimilan como un todo.

-¿En qué consiste su colaboración?

-Hemos montado distintos quirófanos para operar enfermedades oculares como por ejemplo las cataratas, que es la enfermedad de ojos más común y más fácil de operar. También hemos instalado talleres de óptica para graduar gafas y diagnosticar a los pacientes, y por último entregamos gafas a la gente que las necesita.

-¿Cómo reacciona la gente que tiene una visión muy reducida cuando le entregáis unas gafas o realizáis una intervención? ¿Cómo puede cambiar la vida unas gafas?

-Es curioso, porque tienen la idea de que si necesitas llevar gafas es porque tienes una deformidad, pero a la vez ese prejuicio social se convierte en que los ricos y los dirigentes del país salen en la televisión con gafas, entonces se convierte en un prestigio social. Existe esa dualidad. Pero por ejemplo en Nouhadibou, a una niña de seis años con ocho de miopía, le pusimos una gafas y cómo miraba la mano, que nunca se la había visto con tanta nitidez, cómo miraba los colores y como cogía las cosas, y la sonrisa que desprendía su rostro, .... eso no se paga con dinero. O personas que se les opera de cataratas y que llevan años sin ver y de repente ven la luz. Es una gran satisfacción.

-¿Cómo acepta la gente de allí su labor?

-La gente africana es durísima, en el sentido de resistencia al dolor, por todas las necesidades que pasan y por el hambre. Entonces es increíble ver a un chaval con el ojo perforado con un palo y que no se queja, no llora. Cualquier niño occidental le echas una gota en el ojo y empieza a llorar. Ellos asumen el dolor como parte de su vida. Es la ley de la supervivencia.

-¿Cuál ha sido su último viaje?

-Estuve en diciembre del año pasado en Benin. Lo bueno es que ahora se ha producido un cambio importante, trabajamos con gente que está implantada en los países para poder llegar a más y dar continuidad a los proyectos. Lo ideal es realizar una o dos campañas por año, e implicar a gente local o gente que este dentro del país.

-¿Cuántos viajes ha hecho en total?

-He realizado un viaje a Mauritania, otro a Ghana, dos a Togo y un viaje a Benin. El primer viaje siempre es el más impactante, y lo que más me ha impresionado son los orfanatos de Accra, la capital de Ghana. Ver como niños desde una edad muy temprana, desde que empiezan a andar se buscan la vida. Como un niño con dos años asume que es el hermano mayor de uno que tiene 6 u 8 meses, y como el más pequeño se agarra al mayor para quitarle la comida y poder sobrevivir. También son muy duros entre ellos, pero a la vez muy cariñosos.

-¿Qué le aporta este tipo de experiencias?

-Ves todas las cosas con mucha más distancia. También es una gran satisfacción el poder ayudar a lo demás. África la verdad que engancha o la odias.

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