He de reconocer que tengo especial predilección por mi comarca, la ribera del Saja, y sus gentes. Un ejemplo: Desde hace diecinueve años existe un grupo de gente que tira del carro del atletismo en Cabezón de la Sal. Se trata de un nutrido número de padres que participan en las carreras y, además, tienen a sus hijos compitiendo en pruebas importantes.
Todo esto lo pusieron en marcha Pepito y Reinoso, admirables amantes del deporte que entregan lo mejor de sí mismos para que los chavales puedan competir en óptimas condiciones. Les he visto entrenar muchas veces. Semana tras semana. Año tras año.
Gracias a su ejemplar labor las calles de mi pueblo transitadas por deportistas son una gozada. Estimula ver en ellas algo tan sano: niños y adultos empeñados en demostrar que el deporte puede ser la respuesta a la rutina y al peligro de vicios demasiados cercanos. Pepito y Reinoso -basándose en la paciencia, el esfuerzo y la ilusión- han ayudado a las distintas generaciones a tomar el camino correcto, a superar en la vida campos a través llenos de obstáculos y graves peligros.
Al evocarles aprovecho la ocasión para rendir homenaje a todos los entrenadores, preparadores y ayudantes deportivos amateurs; personas que desde las distintas prácticas deportivas dan una auténtica lección de entrega por intentar conseguir que el deporte se convierta en la principal referencia del tiempo libre.
Personas que le roban infinitas horas a su propio ocio. Que desarrollan una labor muy poco reconocida y nada agradecida por los que somos padres y, en consecuencia, vemos los riesgos que nuestros hijos corren en días que van demasiado deprisa. En su caso la velocidad se utiliza exclusivamente para la competición y el sacrificio. Para intentar ser mejores social y físicamente. ¡Gracias, amigos!. A los vecinos de Cabezón de la Sal nos habéis ayudado a ganar una carrera: la del orgullo de ver a nuestra gente saber competir con honor.
LA MAREA (DIARIO MONTAÑES)
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