La llegada de la Autovía, clave en el desarrollo del 'cercano Oeste'

30 mayo 2010


La llegada de la Autovía de la Meseta ha supuesto un vivificante soplo de aire fresco. Montado sobre ella, está empezando a recoger los enormes beneficios de una obra «muy necesaria» para el desarrollo, turístico o industrial, de la zona occidental de Cantabria. Con sus problemas, que los tiene, como el Norte, el Sur y el Este, el Oeste ya no parece hoy tan lejano. María Teresa Noceda (Comillas); Isabel Fernández (Cabezón de la Sal); Enrique Bretones (Alfoz de Lloredo); Martín Remón (Ruiloba), Germán Fernández (Reocín), Julio Cabrero (Polanco); Miguel Ángel González Vega (Val de San Vicente); y Julián Vélez (San Vicente de la Barquera) estuvieron esta semana en la sede de EL DIARIO MONTAÑÉS en La Albericia para corroborar esa y otras sensaciones.


Lejos de la impresión que tienen los alcaldes que gobiernan la zona oriental, que vienen percibiendo una cierta sensación de abandono -«parece que Cantabria termina en Solares», lamentaron- los de la occidental coinciden en que la prolongación de la Autovía ha supuesto un abrigo para sus municipios, especialmente a los más turísticos. Por ejemplo, a San Vicente de la Barquera. Julián Vélez constata que la afluencia de visitantes a la localidad barquereña ha crecido considerablemente: «Y tiene que ser ese el principal motivo», dice el alcalde, que no dispone de datos precisos pero asegura que si en años anteriores el número de plazas habilitadas en los aparcamientos que dominan sus playas era, en días claves del verano, de unas 20.000, «el año pasado hubo días en que se superaron las 30.000».

También se ha notado en Comillas. «Y mucho», asegura María Teresa Noceda. Y en Ruiloba, donde Martín Remón ha detectado un aumento del número de castellanos que han construido allí su segunda residencia. «Sí, se nota bastante». «¡Claro que se nota!», insiste Noceda mientras Enrique Bretones cuece una primera reivindicación para su municipio. «En Alfoz de Lloredo tenemos grandes infraestructuras a nivel general, pero para llegar a la Autovía tenemos que hacerlo por carreteras tercermundistas». «A nosotros nos ha fastidiado la variante», interrumpe Noceda, que lamenta «los colapsos de tráfico» que viene sorportando Comillas. «Es que la variante nos ha fastidiado a todos», añade Remón.

Situada ya frente a la que parece una primera reivindicación conjuntas -la variante de Comillas- la mesa de debate se abre a la participación del alcalde de Val de San Vicente, que hasta entonces ha estado escuchando en silencio al resto de sus colegas: «Desde que la Autovía se ha abierto en nuestra zona no sólo se ha notado un incremento en el número de visitantes castellanos, también el de vascos, que antes se paraban en la zona oriental y ahora continúan hacia la occidental», afirma Miguel Ángel González Vega.

La conversación sobre las comunicaciones se extiende y llega hasta Reocín, donde, dice el alcalde, «no nos quejamos de nada».

Según explica Germán Fernández, «tanto la apertura de la Autovía de la Meseta como el corredor del Cantábrico no sólo nos ha situado en un enclave privilegiado sino que nos ha permitido un espectacular desarrollo industrial y un aceptable desarrollo urbanístico». Una penetración, la de Reocín, que «os va a beneficiar a todos».

«Por lo que veo, mi Ayuntamiento es el que más aislado está», comenta el alcalde de Alfoz de Lloredo, Enrique Bretones, quien reconoce «una importante carencia» por lo que a accesos de su municipio a la Autovía respecta.

Y como cada cual mira por lo suyo, el de Ruiloba aprovecha la oportunidad y vende su municipio: «Pues nosotros estamos en una situación privilegiada y quiero animar a todas aquellas personas que quieran invertir con garantía de futuro a que se acerquen y comprueben que estamos a 8 minutos de la Autovía y a 35 del puerto y del aeropuerto de Santander».

La coincidencia de todos en que la mejora en los accesos ha reportado beneficios a sus ayuntamientos (con algún matiz), agota una charla que se reconduce hacia el transporte y, más concretamente, hacia el uso del ferrocarril.

¿Cabría pedir las transferencias de FEVE a la Comunidad Autónoma para modificar los trazados y poder, de este modo, dar un mejor servicio de cercanías?

A Germán Fernández le parece «un tema interesante», sobre todo porque el corredor «ya está trazado y discurre por donde vive casi el 90% de la población de Cantabria». Además,«había que pensar hasta qué punto nos podemos permitir más agresiones medioambientales con nuevos proyectos que nos atraviesen longitudinal y transversalmente». Para él, «todo lo que sea potenciar infraestructuras que ya existen es positivo».

«Bueno, y no sólo hay que hablar del tren», añade Bretones, que alude al transporte público y se queja de las escasas frecuencias del servicio que cubre Alfoz de Lloredo. Un problema que, volviendo al tren, también sufre Cabezón de la Sal, como reconoce Isabel Fernández, y que, de regreso al autobús, padece Ruiloba, para la que su alcalde reclama «al menos un microbús» que solucione el problema de transporte de las ocho aldeas que componen el municipio. «Ya te digo yo que no te lo van a dar», le anuncia Noceda. «Las líneas de transportes son todas deficitarias».

Los planes generales

Casi sin proponérselo, el alcalde de San Vicente le da un giro radical al debate añadiendo a lo que piensa de «la carencia de infraestructuras del ámbito comarcal» una mayor: «Salvo ella (señala a Noceda) los demás no tenemos un Plan General». El barquereño se lanza de cabeza a la piscina en la que flota uno de los mayores problemas de los municipios de Cantabria.

«Esa especie de vorágine legislativa que ha provocado que vayamos superponiendo una normativa con otra ha dado como resultado que 98 ayuntamientos de Cantabria no hayamos sido capaces de sacar adelante el Plan General nueve años después de que se haya aprobado la Ley del Suelo. Para mi, ahora, ese es el mayor lastre que tenemos los ayuntamientos».

«El PGOU es la herramienta imprescindible para cualquier ayuntamiento», subraya precisamente la alcaldesa de Comillas, que abre toda una cadena de comentarios, la mayoría hechos desde la inquietud. Como el de Julio Cabrero, preocupado por la modificación del deslinde de terrenos producido en el polígono industrial de Polanco «como consecuencia de los recursos de los de siempre» y que, dice, está sacando a todas las empresas de su municipio.

San Vicente, Alfoz de Lloredo, Ruiloba, Reocín y Val de San Vicente andan a vueltas con sus planeamientos y apechugando con las consecuencias: «la paralización de proyectos, los problemas judiciales...», recuerda Remón. «Es un caos», añade Bretones. «Ya, bueno, pero vosotros sufrís las consecuencias de todo eso desde hace tres años, pero es que nosotros -dice Vélez- las sufrimos desde 1990. Y, sin embargo, tenemos una economía equilibrada, es cierto que con carencias, pero equilibrada», lo cual, añade el alcalde de San Vicente, demuestra dos cosas: la primera, que el urbanismo no es la única vía de financiación de los ayuntamientos; y la segunda, mucho más dura, que las supuestas compensaciones al desarrollo urbanístico que debían venir desde otras administraciones nunca han existido».

Isabel Fernández, que anuncia que el PGOU de Cabezón de la Sal ya ha sido elevado a exposición pública y espera, por ello, tenerlo aprobado a finales de año, entiende que el Plan General es «un instrumento que, se supone, pretende equilibrar el desarrollo urbanístico con los recursos de que se disponen» y su desactualización «ocasiona muchos problemas».

El desasosiego con el que se expresan la mayoría a cuenta de los planes generales se torna satisfacción cuando en la mesa de debate se plantean los grandes beneficios de la Autovía del Agua, «un ejemplo de futuro» para Vélez; «la obra hidráulica más importante del siglo, para Germán Fernández; «decisiva», para González Vega; y «un avance importantísimo» para Isabel Fernández.

Más competencias

Claro que, tras ese receso amable, vuelven otra vez las caras largas. Llegó la hora de hablar de dinero. «Preocupados» por la prohibición de endeudamiento de los Ayuntamientos a partir del próximo año, los regidores se refieren a la financiación y a la asunción de nuevas competencias, que para el alcalde de San Vicente son «necesarias» pero no «la panacea».

Noceda añade valor a esa afirmación: «Hemos asumido tal cantidad de servicios que es imposible abordarlos todos, sobre todo en los municipios pequeños».

Y Cabrero se remite a los servicios mancomunados y recuerda su 'asociación' con Miengo como «la única fórmula de tener un proyecto y poder mantenerlo». Y la mejor, según reconoce el alcalde de Reocín, porque «nosotros cuando creamos la mancomunidad todo eran problemas y ahora todo son soluciones».

Con todo, la mayoría admite que la creciente asunción de competencias coincidiendo en estos tiempos de crisis esta afectando seriamente a la economía de sus municipios, si bien en la mayoría de ellos el nivel de deuda es mínimo. Vélez reconoce que «cuando había ingresos alternativos con los que poder hacer frente a competencias que no eran nuestras estábamos todos medio 'tranquilucos', pero ahora que se han caído estamos todos con el alma en vilo». Nadie opina lo contrario. «Cada vez nos cargan con más peso», añade Bretones, que reconoce que en Alfoz de Lloredo «estamos ahogados».

Germán Fernández hace autocrítica: «Bueno, pero los ayuntamientos también tenemos que tener la capacidad de autogestionarnos y dejar ya de llorar, porque estamos constantemente llorando al 'papá Estado' y a la 'mamá comunidad' -«eso es», susurra Noceda- y creo que ese chip nos le tenemos que cambiar». «Llorando lo que nos corresponde», interrumpe Vélez. «Ya, pero es que lo estamos haciendo siempre», contesta Fernández. Cabrero se incorpora a la conversación: «Todo pasa por un autoequilibrio de ingresos y gastos que en ocasiones no resulta fácil. Por ejemplo, en Polanco este año no ha entrado una sóla licencia, con lo cual, a la hora de cubrir todos esos gastos te las ves y te las deseas. Y te hablo de un ayuntamiento que, gracias a Dios, tiene una tasa de endeudamiento muy buena».

«Nosotros tenemos cero», asegura el alcalde de San Vicente de la Barquera. «Pero, claro, tenemos cero a base de resolver a un 30% servicio que la gente nos estamos demandando y de no dar más porque entonces no llegamos».

Para González Vega, todo pasa por «saber manejar los recursos con astucia», una idea que comparte Isabel Fernández, que entiende que ante la crisis «tienes que priorizar las inversiones». ¿Cómo? «Echándole imaginación». El alcalde de Val de San Vicente muestra el camino: «Nosotros, por ejemplo, hemos invertido todo el dinero del Plan-E en ahorro energético», dice, recordando que el año pasado el alumbrado público les 'sopló' la friolera de 300.000 euros. «Es que lo de la iluminación es algo exagerado», corrobora Noceda.

Es a lo que lleva la merma de ingresos, «a no poder invertir en infraestructuras», dice González Vega mientras Julián Vélez recuerda que «en años de bonanza todos hemos realizado obras hoy impensables». Todos de acuerdo. Con eso, con que «hay que apretarse el cinturón», como dice Isabel Fernández, y con que para eso tienen que empezar por sus recortar propios sueldos, como reconocen todos.


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