Ni la lluvia, ni un regato hecho río logra que una familia deje su casa

17 junio 2010

Ni la lluvia, ni un regato "chiquitín" convertido en río desbordado han logrado que María Ángeles Colio y su familia abandonen su casa, ubicada en el pueblo cántabro de El Trujal, anegado por el agua desde hace dos días.

Desde el mediodía de ayer, los tres miembros de esta familia -además del perro, que aguanta como puede rodeado de agua- resisten la fuerza del temporal que está azotando Cantabria y, a pesar de que los servicios de emergencia les han aconsejado que dejen su vivienda hasta que las inundaciones y la lluvia remitan, han decidido quedarse y esperar.

"Me dijeron que si quería salir y yo les dije que no", ha explicado a Efe esta vecina de Cabezón de la Sal, que reconoce que han pasado la noche en vela, mirando al río que por el momento se niega a volver a su cauce.

"Yo les digo: ¿y a dónde voy? ¿Me dan ellos casa para irme para que baje el río?. Pues no. ¿O me dan a mí de comer? Pues tampoco.", mantiene esta mujer, que ayer se encontró su casa convertida en una isla cuando regresó del médico con su marido.

Cuando llegó a su casa, un vecino le explicó que el agua había subido en "cinco minutos". "Me llevó las dos bombonas de la fuerza", relata esta mujer, quien asegura que esto no le había ocurrido ni en las crecidas que se producen muchos inviernos.

Y es que el río se ha llevado esta vez "todo por delante", incluida su huerta.

Aunque María Ángeles Colio es optimista y opina que "lo peor ya ha pasado", también se muestra crítica con las autoridades regionales y con el ayuntamiento, ya que considera que si limpiaran el río el agua no habría subido tanto.

"Está lleno de mierda", dice esta vecina. "Yo lo que pido al Gobierno de Cantabria o al Ayuntamiento (de Cabezón de la Sal) o a quien sea es que me lo limpien. Si no pido más que limpien el río", reitera una y otra vez.

Las inundaciones que desde ayer sufre Cantabria, sobre todo en el área occidental, también han pillado desprevenidos a varios vecinos de Caranceja, en Reocín, y a quienes se encontraban a mediodía de hoy en algunas empresas de esta localidad.

Así lo reconoce Francisco Querol, una de las personas que han tenido que ser rescatadas en lanchas de Protección Civil de una localidad anegada de agua por el desbordamiento del río Saja. El agua pasaba esta mañana por encima del puente que lo cruza.

A Francisco la tromba de agua le pilló en una cantería de esta localidad, donde había acudido a realizar un trabajo.

Según ha explicado, cuando los que allí se encontraban -unas ocho personas-, se han querido dar cuenta "ya había más de medio metro de agua", por lo que no han podido usar el coche para huir.

Mientras esperaban a ser rescatados, se han desplazado a un lugar próximo, un poco más alto, unos momentos en los que ha habido cierta incertidumbre porque en algunas zonas el agua superaba el metro y medio. "Veíamos cómo subía muy rápido el nivel", recuerda Francisco.

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