Una huelga general a medio gas

30 septiembre 2010


La séptima huelga general de la democracia se siguió ayer en Cantabria de forma muy desigual, dependiendo de comarcas, de horas y de actividades. Los sectores productivos con fuerte presencia sindical (la gran industria o la construcción) apoyaron de forma rotunda el paro y también lo hicieron las zonas de tradición obrera como Torrelavega, Campoo, Camargo o el valle de Buelna.


Pero se secundó más débilmente en Santander, Castro Urdiales, Cabezón de la Sal o Liébana y, en general, entre los empleados públicos, tanto de la Administración regional como de la Sanidad o la Enseñanza. Y hubo más gente que paró por la mañana que por la tarde. Aunque el 29-S supuso cierres y cancelaciones, no llegó a paralizar totalmente la región.

Aun así, la respuesta de los ciudadanos satisfizo a los sindicatos convocantes (UGT y CC OO) que cifraron el apoyo medio en el 72%. Su optimismo contrasta con la opinión de la patronal CEOE-Cepyme, que calificó de «escaso» el apoyo: el propio Gobierno regional, al hablar de sus empleados rebajó el 44% de huelguistas que contabilizaron las centrales hasta sólo un 7,4%.

El día de ayer se resume, por otro lado, en el escrupuloso cumplimiento de los servicios mínimos de los transportes (en Parayas sólo se movieron dos aviones). También el ferry, que formaba parte de los mínimos del Puerto, llegó con normalidad. Hay que reseñar, además, un puñado de incidentes en varios puntos de la región -provocados por los piquetes que obligaban a cerrar comercios y bares con mayor o menor enfrentamiento-. Y fue significativa la manifestación en Santander, a media tarde, en la que unas 8.000 personas clamaron contra la reforma laboral del Gobierno Zapatero y pidieron que se dé «marcha atrás» con una norma «que hace pagar a los trabajadores una crisis que no han generado».
Para los sindicatos, la jornada fue eterna. Empezó nada más pasar la medianoche con el objetivo de parar los turnos de noche y mañana de las fábricas con mayor número de empleados, para lo que se desplazaron a los polígonos industriales de la región. Otra de las metas iniciales fue la plaza de Cañadío de Santander, donde un piquete formado por más de un centenar de personas consiguió clausurar todos los bares salvo uno, en el que se ocasionaron desperfectos que fueron denunciados.

A los organizadores del paro siempre les importa suspender la actividad en las 10 primeras horas de la huelga, porque los datos que se recaban entonces sirven para fijar los porcentajes de la convocatoria. Hecho el sondeo inicial con las primeras luces de la mañana, los secretarios generales de UGT y Comisiones Obreras, María Jesús Cedrún y Vicente Arce, cantaron victoria al mediodía: calificaron de «éxito» la huelga y recordaron que lo estaba siendo pese a los constantes ataques que han sufrido los sindicatos, cuya labor se ha intentado desacreditar en las últimas semanas. UGT y CC OO creen que el Gobierno de Zapatero tendrá que rectificar.

Mercasantander, al 50%

Frente a los números que hablaban de paralización de ciertos sectores por la mañana (caso de industrias como Robert Bosch en Treto, Sidenor en Reinosa y Saint Gobain y Global Steel Wire en Nueva Montaña) varias realidades: las grandes superficies de la capital ni se dieron por enteradas del paro. Los Carrefour, el Valle Real y el centro Bahía de Santander, de El Corte Inglés cumplieron con total normalidad su horario. En el extremo contrario, en Mercasantander, de madrugada, la entrada de mercancía estuvo en torno al 50% de un día normal. Y en el Mercado de la Esperanza, a media mañana, había tantos puestos abiertos como cerrados. Faltó la clientela.

En los hospitales y la red de Atención Primaria apenas se notó la huelga, se atendió a los pacientes con normalidad. Para los convocantes, debido a los servicios mínimos fueron altísimos. En numerosos colegios e institutos (prácticamente todos abrieron) se dio la paradoja de que acudieron menos niños, porque las familias optaron por dejarlos en casa, que profesores.

La CEOE recalcó que, por la tarde, cuando aflojó la presión sindical, fueron numerosos los trabajadores que se incorporaron a sus puestos, en todos los sectores. Este movimiento se notó también en el comercio y la hostelería: si los negocios no se atrevieron a abrir de buenas a primeras, retomaron su actividad una vez que los huelguistas desaparecieron de las calles. «Nosotros hacemos una huelga 'obligada'» explicó un comerciante de Santander que optó por no el cierre de su establecimiento por temor a buscarse un lío.

Un sentimiento que se repitió entre patrones y empleados porque, para evitar el conflicto, los trucos fueron numerosos. Algunas empresas no abrieron al público, si bien el personal que acudió aprovechó para hacer labor interna. Otras habían llegado a acuerdos previos con las plantillas, o para recuperar las horas perdidas ayer o para que el día cuente como de vacaciones.

En las calles fueron moneda corriente las tensiones entre los promotores del paro y los ciudadanos, que se cruzaron insultos a la mínima, lo que refleja la división social en torno a la convocatoria. En Maliaño, a las 10.30 horas, casi a la vez que una mujer ya veterana pedía a los miembros de UGT y CC OO que «hicieran el favor de cerrar los bancos» (porque estaban casi todos abiertos) un joven increpaba a gritos al mismo piquete: «Id a trabajar, que al final os pagan por estar de paseo», les increpó. No se fue de rositas, porque también a voces le contestaron: «Vete a trabajar tú, esquirol, ¡vago, que eres un vago¡».

Revilla: «Más del 70% de la gente no quiere la huelga»

El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, opinó ayer que los sindicatos «debieran hacer una reflexión», al hilo de la huelga general, y defendió la necesidad de «regular» los piquetes informativos, que «ya no tienen sentido».«Que piensen que hay encuestas muy rigurosas hechas, de que más del 70% de la gente no quiere la huelga . Otra cosa es que la gente cierre», dijo. El jefe del Ejecutivo señaló su respeto al derecho de huelga, pero cuestionó los métodos de los sindicatos. «Todos sabemos que esos piquetes dicen: oiga, cierre o..., y cierran». «Si se corta el transporte, se coacciona a las tiendas, a los bares, a los quioscos, la huelga es un éxito».

Gorostiaga: «Los derechos de todos han estado garantizados»

La vicepresidenta del Gobierno y secretaria general del PSOE de Cantabria, Dolores Gorostiaga, valoró ayer, sobre otros aspectos, que en Cantabria se «hayan garantizado» los derechos a la huelga para todos, tanto para aquellos que querían secundarla y para los que no.«Hay un derecho constitucional a la huelga y un derecho constitucional al trabajo. Si ambos, como parece que a lo largo de la jornada se está haciendo, se respetan, será un buen día para todos», señaló Gorostiaga a mediodía, un momento en el que también recalcó que no había ningún «elemento complicado destacable» en Cantabria, que es «de lo que se trata un día como el de hoy».

Diego: «Zapatero es un embustero: elecciones ya»

El presidente del Partido Popular de Cantabria, Ignacio Diego, pidió ayer la dimisión del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, porque «es un embustero» y porque es necesario «no una huelga general» sino «elecciones generales». Diego dijo que la «imagen» de esta huelga es la del Palacio de Deportes de Las Vistillas (Madrid), con «20.000 sindicalistas gritando contra Zapatero. Para el líder 'popular', si «gente tan próxima ideológicamente» al presidente del Gobierno pide su dimisión, «qué no pediremos el 90% de los españoles». Diego dijo que el alto seguimiento del paro se debe tanto a convencimiento de unos como a temor de otros.

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