Mucho más que alubias

La VI Feria de la Alubia y la Hortaliza celebrada ayer en Casar de Periedo, en el municipio de Cabezón de la Sal, supuso una grata vuelta al pasado y un rotundo éxito de afluencia. Vuelta al pasado porque lo de ayer fue algo más que una simple feria. Lo decían las niñas vestidas de colegialas, «como las de antes», las mujeres mayores ataviadas con ropajes negros y provistas de dedales y los libros con las páginas amarillentas del paso tiempo que descansaban sobre los pupitres de una antigua escuela. Y éxito de afluencia porque ni la lluvia, que cayó constante y en ocasiones en abundancia hizo desistir a los visitantes de su paseo por el lugar.

Rebanándose los sesos, porque lo de ayer no fue cosa de una noche, los vecinos acompañaron a los visitantes a un hermoso viaje al pasado en el que esperaban las tradiciones del campo más arraigadas. Sobre los expositores, muchos más que alubias. Quesos, mermeladas, miel, hortalizas, calabazas y maíz. Y aperos antiguos. Y es que ayer los vecinos de la comarca aprovecharon para homenajear al recuerdo. Que si una exposición de motos antiguas, que si lecheros, que si faldones, que si muñecas de los años sesenta... Espectacular.

Los burros, los patos y los gallos también salieron a lucirse en la feria. Sus dueños martilleaban el suelo con palos y albarcas. La iniciativa recreó sin duda la esencia de Cantabria para regocijo del presidente, Miguel Ángel Revilla, que no dejó de pasearse durante toda la mañana alrededor de los puestos.

Y en cuanto a las protagonistas, las alubias, mucho que aprender. Al menos así lo asegura Alfonso, cuya generación lleva 130 años cultivando la alubia. Él vende doce tipos diferentes de alubias, cada una con su nombre. Al final de la mesa hay unas que se llaman el ojo de la Virgen «porque mi madre las llamaba así». De las paredes de su expositor cuelgan fotos donde sus sobrinos, sin apenas dientes, pelan las alubias en torno a un cestillo. «Míralos qué jóvenes y ya empiezan», ríe. Todo un arte.