Como marca la tradición, Carrejo celebró ayer la feria anual de Santa Lucía en una jornada en la que se dieron cita una veintena de cabañas de ganado tudanco procedentes de Carrejo, Mazcuerras, Cos y otros pueblos de la comarca. El frío y la ligera lluvia que no cesó de caer a lo largo de la mañana no fueron obstáculo para que hasta Carrejo se desplazase numeroso público.
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Patrocinada por el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal, desde hace cuatro años organiza la feria un joven del pueblo, Laureano Lorenzo, y su suegro, Luis Herrero, un legendario criador de tudanco aún en la brecha. Este año, los ganaderos participantes no percibieron dinero por asistencia, y si campanos. Se sortearon dos voluminosos campanos de los llamados de celemín por su tamaño y otros dos de piquetes.
En la carretera que conduce del puente de Santa Lucía a Cabezón de la Sal se instalaron numerosos puestos de venta ambulante. Hasta de Jaén había un vendedor que ofrecía bocadillos con carne y embutidos a la brasa. En la ermita donde se venera la imagen de Santa Lucía, próximo al recinto ferial, se oficiaron misas, ya que en la comarca la santa es muy venerada.
Contactos
Fueron pocas las transacciones realizadas, limitándose a contactos. Como siempre los criadores de tudanco con la mirada puesta en las novillas, vacas y recría participantes. Se llevó la palma de alguna manera la cabaña de Manuel Quintana Bedoya, de Carrejo, que este año por primera vez acudía a la feria.
Hasta hace unos años era esta feria la última del año y como tal los ganaderos acudían para vender el ganado que no pudieron vender en las otras citas anuales anteriores. Prácticamente daban el ganado por el dinero que les ofrecieran. «Eran tiempos de escasez», según Andrés Rebanal, veterano ganadero de Cabuérniga.
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