A las ocho de la mañana de ayer, 6.325 héroes escuchaban en
el centro de Cabezón la canción que esperaban desde hace un año. El
‘Thunderstruck’ de AC/DC daba el pistoletazo de salida a una nueva
edición –la séptima– de Los 10.000 del Soplao. A esa hora, sólo faltaba
una invitada que había estado presente en cuatro de las seis ediciones
anteriores: la lluvia.
Aunque el día no era perfecto. Viento, nubes que amenazaban
agua, fresco... Pero para nada eran las condiciones dantescas del año
pasado que obligaron a la organización a recortar recorridos y a
abandonar a multitud de participantes en las diversas pruebas que se
celebran. Ayer, por suerte, todo pintaba distinto. Y a última hora se
confirmaba que no había habido incidentes más allá de algún esguince,
alguien perdido en el monte de los de la ‘ultra’ o bajar a algún
rezagado a última hora de la tarde cuando la noche se echaba encima.
Los mejores vigilantes del tiempo fueron los 149
ultramaratonianos que a las once de la noche del viernes habían tomado
la salida. A ellos les esperaban 115 kilómetros de recorrido. El Moral,
Ozcaba, Fuentes –donde había una rociada de nieve–, El Toral...
Nombres
de la Reserva del Saja que evocan muchas cuestas y dolor en las piernas.
Ramón González (40 años, San Felices de Buelna), era el primero en
aparecer por la meta de Cabezón. Era su segunda ‘ultra’. Tras las fotos,
los abrazos y las felicitaciones, le tocaría pasarlo mal en el hospital
de campaña. Una caída en la campa de Ucieda a la una y cuarto de la
madrugada le había producido una herida. «Se te ve el hueso», le dijo el
sanitario tras limpiar la costra de sangre y barro que había sobre
ella. El escozor del líquido desinfectante en su pierna fue mayor que el
cansancio tras correr doce horas y media por los montes de Cantabria.
Las manos a la cara y el silencio de Ramón fueron más que elocuentes.
La llegada de Ramón había animado todavía más al público
que se había dado cita en la Avenida de Cabezón. Un pueblo que ha
convertido la carrera en un día de fiesta grande. A esa hora, al
mediodía, hasta un tímido sol se quería sumar al festejo. Además, este
año la organización retransmitía por Internet la carrera y había
pantallas gigantes para seguirla. «Alberto Fernández y Óscar Pujol van
destacados», se decía por megafonía a media mañana. En total, cinco
modalidades en liza: la carrera de bici de montaña, la ‘‘ultra’ la
maratón, la marcha a pie y la combinada –la maratón (43 kilómetros a
pie) y otros 69 en bici–.
José Francisco Gutiérrez (Oreña, 40 años) era el encargado
de abrir el primer reguero de héroes que habían vencido al Infierno
cántabro. Él fue el primero en completar la prueba de maratón. 43,8
kilómetros por un trazado más que exigente. Era su primera participación
y su objetivo era bajar de cuatro horas. Lo consiguió al hacer 3:56:15
«La carrera está bien. Es normal en cuanto a dureza». Lo decía porque
para él, lo de ayer era un entrenamiento. El próximo domingo corre en
Zegama (Guipúzcoa) otra maratón de montaña.
Los que iban llegando a meta, casi todos maratonianos, lo
hacían exhaustos, felices... y cubiertos de barro. Porque el
interminable invierno de agua y nieve, unido a las lluvias de esta
última semana, había dejado bien surtidas las pistas por las que
discurre la prueba . «Es muy dura. Hay mucho barro y eso te carga las
piernas», apuntaba Patricia Castaño, tercera clasificada en féminas en
la maratón. «Hay barro, pero yo pensaba que iba a estar peor. Además, la
organización ‘se ha salido’». Carmen Gallego, en su tercera maratón,
hacía su mejor tiempo, siete horas y 23 minutos. Estaba feliz
simplemente por haberse superado a sí misma. Por entonces, la invitada
indeseada, la lluvia, había aparecido un rato por la zona para recordar
que pocos Infiernos cántabros se libran de su presencia.
«Es un poco dura y lo del barro es exagerado», reconocía
Carlos Pascual, un palentino de 38 años y que entró primero en la marcha
a pie. Pero lo suyo tuvo algo de ‘trampa’ para hacer un tiempo muy
aceptable en los 43,5 kilómetros de recorrido. «He ido corriendo algún
tiempo. La inscripción para la marcha a pie (19 euros) era mucho más
barata que la de la maratón (40). Tal y como está la situación
económica...»
Los ‘bikers’, las estrellas
Los 10.000 del Soplao van acumulando cada vez más
disciplinas y en algunas de ellas, como la marcha a pie, la
participación –2.000 personas ayer– es más que numerosa. Pero la
estrella sigue siendo la carrera de bicicleta de montaña. 3. 811
‘bikers’ retaron a un trazado con novedades respecto a otros años, como
la bajada a Ozcaba desde Fuentes o la subida a Negreo, a 30 kilómetros
de meta.
Apenas pasaban siete horas desde la salida cuando Alberto
Fernández entraba en la meta de la Avenida. Su maillot y su cara,
cubiertos de barro, hacían entrever la dureza de la prueba. El cántabro
era el primero de una larga lista que no conocería su final hasta bien
entrada la noche. Aficionados a la bici de 17 países, además de España.
«Estuve muy bien al principio, pero luego siempre pasas un momento de
crisis», apuntaba el gallego Damián Ramos. «Es mi segunda participación,
y ha sido mejor que la primera. Además, el tiempo esta vez nos ha
acompañado». El barcelonés Llibert Mill había finalizado su primer
‘Soplao’. «Muy bonito. Lo he disfrutado mucho. Cuando estás por la
montaña, lo de Cantabria Infinita te viene enseguida a la cabeza».
Los 10.000 del Soplao volvieron a teñirse ayer de barro, de
esfuerzo, de amistad, fotos, felicitaciones y abrazos. Un año en el que
la lluvia pasó de puntillas. El cielo quiso respetar al Infierno
cántabro.
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