El cielo respetó al Infierno cántabro

19 mayo 2013

 El cielo respetó al Infierno cántabro


A las ocho de la mañana de ayer, 6.325 héroes escuchaban en el centro de Cabezón la canción que esperaban desde hace un año. El ‘Thunderstruck’ de AC/DC daba el pistoletazo de salida a una nueva edición –la séptima– de Los 10.000 del Soplao. A esa hora, sólo faltaba una invitada que había estado presente en cuatro de las seis ediciones anteriores: la lluvia.

Aunque el día no era perfecto. Viento, nubes que amenazaban agua, fresco... Pero para nada eran las condiciones dantescas del año pasado que obligaron a la organización a recortar recorridos y a abandonar a multitud de participantes en las diversas pruebas que se celebran. Ayer, por suerte, todo pintaba distinto. Y a última hora se confirmaba que no había habido incidentes más allá de algún esguince, alguien perdido en el monte de los de la ‘ultra’ o bajar a algún rezagado a última hora de la tarde cuando la noche se echaba encima.
Los mejores vigilantes del tiempo fueron los 149 ultramaratonianos que a las once de la noche del viernes habían tomado la salida. A ellos les esperaban 115 kilómetros de recorrido. El Moral, Ozcaba, Fuentes –donde había una rociada de nieve–, El Toral... 

Nombres de la Reserva del Saja que evocan muchas cuestas y dolor en las piernas. Ramón González (40 años, San Felices de Buelna), era el primero en aparecer por la meta de Cabezón. Era su segunda ‘ultra’. Tras las fotos, los abrazos y las felicitaciones, le tocaría pasarlo mal en el hospital de campaña. Una caída en la campa de Ucieda a la una y cuarto de la madrugada le había producido una herida. «Se te ve el hueso», le dijo el sanitario tras limpiar la costra de sangre y barro que había sobre ella. El escozor del líquido desinfectante en su pierna fue mayor que el cansancio tras correr doce horas y media por los montes de Cantabria. Las manos a la cara y el silencio de Ramón fueron más que elocuentes.

La llegada de Ramón había animado todavía más al público que se había dado cita en la Avenida de Cabezón. Un pueblo que ha convertido la carrera en un día de fiesta grande. A esa hora, al mediodía, hasta un tímido sol se quería sumar al festejo. Además, este año la organización retransmitía por Internet la carrera y había pantallas gigantes para seguirla. «Alberto Fernández y Óscar Pujol van destacados», se decía por megafonía a media mañana. En total, cinco modalidades en liza: la carrera de bici de montaña, la ‘‘ultra’ la maratón, la marcha a pie y la combinada –la maratón (43 kilómetros a pie) y otros 69 en bici–.
José Francisco Gutiérrez (Oreña, 40 años) era el encargado de abrir el primer reguero de héroes que habían vencido al Infierno cántabro. Él fue el primero en completar la prueba de maratón. 43,8 kilómetros por un trazado más que exigente. Era su primera participación y su objetivo era bajar de cuatro horas. Lo consiguió al hacer 3:56:15 «La carrera está bien. Es normal en cuanto a dureza». Lo decía porque para él, lo de ayer era un entrenamiento. El próximo domingo corre en Zegama (Guipúzcoa) otra maratón de montaña. 

Los que iban llegando a meta, casi todos maratonianos, lo hacían exhaustos, felices... y cubiertos de barro. Porque el interminable invierno de agua y nieve, unido a las lluvias de esta última semana, había dejado bien surtidas las pistas por las que discurre la prueba . «Es muy dura. Hay mucho barro y eso te carga las piernas», apuntaba Patricia Castaño, tercera clasificada en féminas en la maratón. «Hay barro, pero yo pensaba que iba a estar peor. Además, la organización ‘se ha salido’». Carmen Gallego, en su tercera maratón, hacía su mejor tiempo, siete horas y 23 minutos. Estaba feliz simplemente por haberse superado a sí misma. Por entonces, la invitada indeseada, la lluvia, había aparecido un rato por la zona para recordar que pocos Infiernos cántabros se libran de su presencia.

«Es un poco dura y lo del barro es exagerado», reconocía Carlos Pascual, un palentino de 38 años y que entró primero en la marcha a pie. Pero lo suyo tuvo algo de ‘trampa’ para hacer un tiempo muy aceptable en los 43,5 kilómetros de recorrido. «He ido corriendo algún tiempo. La inscripción para la marcha a pie (19 euros) era mucho más barata que la de la maratón (40). Tal y como está la situación económica...» 

Los ‘bikers’, las estrellas

Los 10.000 del Soplao van acumulando cada vez más disciplinas y en algunas de ellas, como la marcha a pie, la participación –2.000 personas ayer– es más que numerosa. Pero la estrella sigue siendo la carrera de bicicleta de montaña. 3. 811 ‘bikers’ retaron a un trazado con novedades respecto a otros años, como la bajada a Ozcaba desde Fuentes o la subida a Negreo, a 30 kilómetros de meta. 

Apenas pasaban siete horas desde la salida cuando Alberto Fernández entraba en la meta de la Avenida. Su maillot y su cara, cubiertos de barro, hacían entrever la dureza de la prueba. El cántabro era el primero de una larga lista que no conocería su final hasta bien entrada la noche. Aficionados a la bici de 17 países, además de España. «Estuve muy bien al principio, pero luego siempre pasas un momento de crisis», apuntaba el gallego Damián Ramos. «Es mi segunda participación, y ha sido mejor que la primera. Además, el tiempo esta vez nos ha acompañado». El barcelonés Llibert Mill había finalizado su primer ‘Soplao’. «Muy bonito. Lo he disfrutado mucho. Cuando estás por la montaña, lo de Cantabria Infinita te viene enseguida a la cabeza».

Los 10.000 del Soplao volvieron a teñirse ayer de barro, de esfuerzo, de amistad, fotos, felicitaciones y abrazos. Un año en el que la lluvia pasó de puntillas. El cielo quiso respetar al Infierno cántabro.

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