Ricardo Pons es un hombre mayor, con gafas, que junta las
manos cuando está nervioso y deja que se vea el anillo de casado en uno
de sus dedos. Con traje de corbata y sumergido en emociones, este
catalán que reside en Cabezón de la Sal desde 1965, recibió este sábado
un homenaje de su pueblo en el acto en que fue nombrado hijo adoptivo de
la localidad. El Centro de Estudios Rurales Doctor Arines fue el lugar
elegido para que este hombre del pueblo, que ya acumula ochenta décadas,
recibiese este merecido homenaje “por su trabajo en la Textil
Santanderina y su valor humano”. Dos motivos que son sólo un resumen de
todos los que le han hecho merecedor de este nombramiento, según dijo la
alcaldesa de la localidad, Esther Merino, y el director de la Textil
Santanderina, Juan Parés, a los que no les faltaron palabras de afecto
dirigidas al homenajeado.
Con el salón abarrotado desde la entrada hasta la tercera
planta, en que se celebraba el acto, el protagonista, tan pequeño y tan
grande, ocupó su sitio nervioso y escuchó las palabras de la alcaldesa.
“Un referente”, comenzó diciendo la regidora, “que ha hecho posible la
creación del Museo de Arte de la Textil del municipio”, que muestra cómo
se confecciona una tela desde la materia prima hasta el acabado, y que
también fue inaugurado ayer de la mano de su creador, Ricardo Pons. Un
hombre que siempre ha estado ligado a la ‘fabricona’, como llamaban
antes a esta empresa textil, motor económico del municipio, y que un día
le planteó al actual equipo de gobierno crear un museo para que todo el
mundo vea lo complicado de esta tarea que es crear una prenda.
El museo es hoy una realidad que se ha fraguado gracias a
él, a su insistencia y su perseverancia. Merino profundizó en la figura
de Pons, en su personalidad, “con un carácter serio y a veces tímido,
con ideas claras e inmediatez para conseguir su objetivo final”. Un
vecino que “siempre ha estado, junto con su familia, integrado en la
vida social y cultural del municipio” y al que quieren mostrar su
agradecimiento nombrándole hijo adoptivo.
Ricardo Pons, que nació en Navés (Lerida), y que todavía
alarga las eles al hablar con su ligero acento catalán, ha dedicado su
vida a la empresa textil. Comenzó en la Sociedad Anónima Textil A.R., en
Barcelona como aprendiz de mecánico y empezó en la Textil Santanderina
en 1965 ejerciendo el cargo de Director General de Producción hasta su
jubilación. Ha creado este museo textil con un motivo: “que las
generaciones venideras sepan lo difícil y laborioso que es todo el
proceso textil hasta llegar a la prenda confeccionada”, dijo con sus
frágiles palabras.
Un hombre que, comentaban los vecinos tras el acto,
“siempre ha sido muy buena persona”. “Con gran capacidad de trabajo,
esfuerzo y sacrificio, cuya honestidad y lealtad han sido fundamentales
para construir familias y empresas”, valoró Juan Parés, que felicitó a
la Villa por este otorgamiento “porque con su ejemplo va a enriquecernos
a todos de una manera clara y ejemplar durante muchos años”, expresó el
director de la Textil Santanderina.
Tras el acto de homenaje, Pons se dirigió, acompañado de
vecinos y autoridades, a ‘bautizar’ su creación, el Museo de Arte Textil
que este sábado abrió sus puertas. Un espacio en el que se reflejan a
la perfección las distintas fases para confeccionar una prenda que se
llevan a cabo en la Textil Santanderina: materias primas, hilatura,
tejeduría, tintorería y acabados y, por último, corte y confección. Un
lugar donde se pueden encontrar las máquinas que antes se usaban para
trabajar. Desde un muestrario de lonas de 1936 hasta una máquina de
perforar dibujos Jacquard. Todo gracias a él, “que ha revuelto cielo y
tierra para recopilar todo el material”, dijo Merino, que describió el
museo como “un ejemplo de lo que ha sido la Textil Santanderina desde
sus inicios hasta la actualidad”.
Pons, que fue adoptado cuando murieron sus padres, “y he
vuelto a serlo hoy de Cabezón”, recibió ayer muchos aplausos de sus
vecinos y llevará con cariño y agradecimiento este homenaje “hasta el
final”.
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