"Estamos viviendo una situación muy dura y no sé cuándo podré volver"

28 abril 2015

 En el centro, con un pañuelo azul en el cuello, Aurora Robledo en el orfanato de Bal Mandir hace unos días.

«El día estaba siendo tranquilo por fin, pero hace diez minutos hemos tenido otra réplica bastante fuerte. La verdad es que estamos viviendo una situación muy dura, muy difícil». La voz de Aurora Robledo (50 años) se escucha cansada y llega con retraso a través del teléfono, pero suena firme a pesar de los dos días que lleva viviendo la pesadilla del terremoto de Nepal. Madrileña, pero afincada en Cabezón de la Sal, donde colabora activamente desde 2006 con la ONG cántabra Ruta 6, Aurora lleva casi dos meses en Katmandú trabajando como voluntaria en el orfanato de Bal Mandir y tenía previsto regresar el próximo jueves, pero el terrible seísmo que ha golpeado con fuerza inusitada el centro del país lo ha cambiado todo.


«Me pilló en la casa que comparto con los voluntarios –explica–. El terremoto fue muy, muy grande. Estábamos muy asustados y luego encima llegaron las réplicas. Vimos cómo se movían las casas, el suelo, cómo tiraba a la gente. Fue horroroso. Al día siguiente hubo una réplica también bastante grande. Y hoy –por ayer– estaba siendo más tranquilo, pero acaba de venir otra réplica muy fuerte. Está siendo muy angustioso».
El seísmo, que se ha cobrado ya más de 4.000 vidas según las últimas informaciones oficiales –aunque la cifra no para de crecer–, ha derribado parte de la fachada del antiguo palacio de Bal Mandir, convertido ahora en uno de los mayores orfanatos públicos del país.

«El edificio está muy dañado –lamenta Aurora–. Hay zonas de la fachada derruidas y, como es muy antiguo no sabemos si lo van a poder rehabilitar. Habrá que esperar para saber qué decide hacer el Gobierno con el edificio. Los niños están en un patio grande del orfanato, debajo de unos toldos hechos con plásticos y en unas condiciones muy malas».

La persistente lluvia que cae sobre Katmandú desde la noche del domingo ha complicado todavía más la situación de los supervivientes, que han llenado plazas y avenidas de campamentos improvisados. «Estamos todos en la calle porque no estamos seguros dentro de las casas y nos recomiendan estar fuera, en zonas despejadas, lo más lejos posible de los edificios».

449 españoles

Aurora es uno de los 449 españoles que el Ministerio de Exteriores tiene contabilizados en la zona de influencia del terremoto. Las empresas cántabras que se dedican a organizar expediciones de montaña aseguran que no tienen constancia de que haya cántabros en la zona –dicen que es en otoño cuando hay más demanda de viajes orientados al montañismo–. El presidente de la Federación Cántabra de Deportes de Montaña y Escalada, Javier Tezanos, reconoce que están buscando montañeros de la región desplazados hasta allí, pero que ayer todavía no habían encontrado a nadie.

Aurora Robledo no había viajado a Nepal para escalar sino para trabajar como voluntaria en Bal Mandir y de paso firmar un convenio en nombre de la ONG cántabra Ruta 6 con el Gobierno del país asiático. La organización, afincada en Cabezón de la Sal, envía cada año voluntarios al orfanato de Bal Mandir para echar una mano con los niños –se encargan sobre todo de organizar actividades lúdicas con ellos–. Pero además, desde hace años, recauda fondos para pagar los estudios en internados privados a algunos de los niños del orfanato –allí la educación pública es de mala calidad, según explica la propia ONG–.

En estos momentos suman ya 35 chicos a los que han conseguido sacar del orfanato –algunos de ellos están ya en la universidad–. El trabajo de Aurora, aparte de echar una mano en el orfanato durante los dos últimos meses, era cerrar con el Gobierno de Nepal el convenio necesario para gestionar la concesión de esas becas. Pero todo ha quedado en el aire después del terremoto, tanto la firma del convenio como el futuro del orfanato y de los niños. «Estamos esperando noticias para saber qué vamos a hacer ahora. El Gobierno tiene que empezar a dar ayudas porque de momento no hay nada. Y hay que empezar a pensar lo que vamos a hacer, porque de momento los niños están en la calle y no se puede hacer nada».

Como explicaba ayer Blanca Castañeda, miembro de Ruta 6, en el blog de la ONG, «las noticias que llegan desde Bal Mandir son tristes pero esperanzadoras. Ningún habitante del orfanato ha sufrido daños con el terrible terremoto que ha asolado Katmandú. Nuestra amiga Aurora Robledo e integrante de Ruta 6, se encuentra en estos momentos allí. Gracias a ella podemos tener además información reciente que nos tranquiliza. El colegio en el que los becados por Ruta 6 viven, no ha sufrido daños».

En estos momentos hay más de cien niños en el orfanato y Aurora no tiene nada claro lo que va a pasar con ellos después del terremoto, aunque en Cantabria ya se están movilizando para mandar ayuda. «Tenía billete para volver el día 30 –el jueves–, porque llevo aquí dos meses, pero no sé si será posible. Tengo que informarme», dice con tranquilidad a pesar de todo. Ahora mismo su prioridad son los niños de Bal Mandir.

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