Cientos de personas plantan cara a la violencia escolar en Cabezón de la Sal

23 abril 2010


«Cuando un grupo de personas, no importa la edad, el sexo, la raza ni la religión, utiliza la violencia como herramienta para gestionar cualquier situación, algo estamos haciendo mal y, como poco, deberíamos pararnos y reflexionar». Y precisamente eso es lo que hizo ayer Cabezón de la Sal: pararse en la Plaza del Ayuntamiento para mostrar su rechazo a la agresión sufrida por el profesor del instituto Valle del Saja de Cabezón de la Sal, la pasada semana, cuando cuatro jóvenes, dos de ellos alumnos del centro de estudios, se abalanzaron sobre el docente por la espalda propinándole una brutal paliza cuando el profesor se dirigía al centro escolar.

Cientos de personas acudieron a la manifestación para denunciar este hecho realizada por la Asociación de Padres y Madres de institutos de Cabezón, el claustro de profesores del IES Valle del Saja y distintas asociaciones culturales y de comerciantes. La convocatoria encontró un gran eco entre los vecinos de Cabezón de la Sal que a las ocho de la tarde se echaron a las calles para denunciar la violencia y en pro de una convivencia pacífica. Durante el acto, en el que estuvieron presentes los miembros de la Corporación del Ayuntamiento de Cabezón, y representantes de todos los centros educativos de la localidad, varias personas leyeron un comunicado en el que apelaban a la tolerancia, el diálogo, el respeto y condenaban la violencia. Una mujer, un hombre, una niña y una persona de mayor edad leyeron un fragmento del manifiesto para demostrar que el rechazo hacia la violencia no entiende de edades y que este tipo de conductas no se puede permitir en ningún segmento de la sociedad. Todos ellos se solidarizaron con el profesor que también ejercía de secretario del centro educativo.

También se mencionó en el manifiesto la necesidad de trabajar en la prevención de este tipo de actitudes: «Hay dos hechos que pueden retomar un nuevo rumbo en la convivencia. El primero es la necesidad de trabajar en la prevención, en la educación en valores como el respeto, la tolerancia y el diálogo. La segunda debería desarrollarse paralelamente con la primera y supone denunciar adecuadamente cualquier acción violenta y dejar que la Justicia actúe aplicando la ley».

El profesor agredido, Ricardo R.F., acudió a la concentración y comentó a este periódico, casi diez días después de lo sucedido, que se encontraba «razonablemente bien». «Esto es un proceso largo. Ahora estoy un poco agobiado, aunque agradezco todas las muestras de apoyo que estoy recibiendo», dijo.

Ahora, con el paso de los días y la cabeza más fría, ésa era la lectura que daba a lo acontecido: «Es un problema de chicos a los que si no se les pone freno de alguna manera, quizá no tengan alternativas. Les veo como víctimas de su propio momento y del contexto social que les ha tocado vivir». Ricardo entiende además que «los padres deberían ser los primeros en marcar los límites, y luego los educadores y las autoridades». El deseo de este profesor es esperar que «estos acontecimientos hayan servido para hacer reflexionar a mucha gente».

Ramón Bohígas, presidente de la Asociación de Catedráticos de Institutos de Cantabria y también profesor del IES Valle del Saja consideraba que lo sucedido tiene tanto «una dimensión social como educativa» y profundizando un poco más en el asunto comentó que «en España existe una muy mala Ley del Menor. Cada vez que surge un problema de estos, hay cierta tendencia a pensar en sanciones de privación de libertad que igual son inadecuadas, pero yo soy partidario que unas multas bien cobradas, a los chicos o a los padres de los chicos que son sus responsables. Eso haría que las cosas espabilaran. Es lo mismo que el carné por puntos, la comparación no es mala».

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