Cabezón se enfunda las tradiciones

La Asociación de Amigos del Traje Regional abrirá en Cabezón de la Sal el primer museo destinado a la exposición de vestimentas típicas de Cantabria, una iniciativa con la que el colectivo pretende «que los cántabros sepan que aquí hay más trajes además de la falda roja con las cintas negras».

La muestra, que se inaugurará el próximo mes de agosto, es la mejor prueba de ello. Hay 28 figuras. Cada una con un traje.

Y cada traje con su propia historia, como la tiene la asociación. «Se fundó en el año 1999, cuando cinco mujeres empezaron a hacer trajes para ellas en un taller municipal», cuenta Araceli, miembro del colectivo que actualmente preside José Luis Macho. Al año siguiente ya había para hombres y en 2002 presentaron su primera exposición, con 26 prendas.

El Museo del Traje Regional es el resultado final del empeño de esta asociación en hacer una exposición permanente.

«Presentamos un proyecto al programa Leader Saja-Nansa y nos lo subvencionaron», afirma Araceli. El Ayuntamiento ha arreglado la sede y ha prestado medios de transporte, pero el trabajo lo han hecho los componentes de la Asociación. Confeccionar cada detalle de estas vestimentas parece como armar un puzzle de mil piezas. «Tardamos alrededor de tres meses en hacer un traje», explican Rosi y Encarni, también de la asociación.

Cuna del folclore

Pero, ¿por qué en Cabezón de la Sal? «En un principio el museo iba a instalarse en Casar de Periedo», pero a ellas no les gustó mucho la idea. «Este municipio ha sido la cuna del folclore de Cantabria porque cuando no existía en el resto de la región, aquí sí», afirman. Y aunque reconocen que el de los trajes regionales no es un tema de moda, aseguran que «a la gente le interesa porque esta es una región pequeña y con mucha diversidad de trajes» que quieren divulgar.

La asociación quieren abrir a principios de agosto, pero depende del Ayuntamiento «porque no queremos que se junte con las fiestas». Hasta entonces, están concentrados. «A este hay que quitarle los zapatos»... «Ya medí a la nodriza»..., «¿Qué pasa con esta máquina de coser»... Los nervios afloran.