Decenas de vecinos de Casar de Periedo acudieron ayer al
paso a nivel sin barreras en el que, hace justo un año, falleció
arrollado por un tren el joven David González, al que brindaron su
recuerdo antes de recordar que «han pasado 365 días y todo sigue igual».
Exactamente igual. El paso a nivel no tiene visibilidad ni
barreras ni semáforos, y el proyecto anunciado por FEVE, la Delegación
del Gobierno en Cantabria y el Ayuntamiento del municipio por el que
éste y otros dos pasos a nivel de la comarca serán eliminados es aún un
denso documento con algunos puntos por tratar que llevará mucho tiempo
resolver.
Los vecinos, entre los que estaban la alcaldesa de
Cabezón de la Sal, Esther Merino, y el alcalde pedáneo de Casar de
Periedo, José Luis González Conchas, acudieron al paso a nivel donde el 9
de agosto de 2010 se produjo el accidente en torno a las cinco menos
cuarto y levantaron algunas pancartas para pedir «soluciones» a FEVE
porque el paso a nivel donde murió el muchacho «sigue siendo peligroso».
«Ya está bien de tomarnos el pelo. Exigimos que, al
menos, limpien la zona de arbustos para que podamos ver si viene el tren
al cruzar la vía. Mi hijo pasa por aquí en coche todos los días»,
explicaba Paquita, de Cabrojo, de camino hacia la vía del tren. Era, el
suyo, un testimonio repetido entre los muchos vecinos de la zona que
ayer se acordaron de David.
De David y de los responsables de llevar adelante un
proyecto para eliminar los tres pasos a nivel y sustituirlos por un paso
elevado, plan que, al parecer, no convence a todas las partes
afectadas.
«Puntos que matizar»
Tal y como manifestó la alcaldesa, que el pasado lunes se
reunió con el equipo redactor del proyecto, «hay algunos puntos que
matizar porque el paso elevado supone que los vecinos de Cabrojo tengan
que recorrer más distancia», motivo por el que el Ayuntamiento plantea
hacer un «paso subterráneo peatonal» como alternativa. Pero mientras
esto se resuelve, los vecinos de la comarca continúan exigiendo una
solución que les garantice la seguridad del paso a nivel a base de
concentraciones como la de ayer.
«No es tan difícil poner un semáforo en rojo, una señal
prohibitiva que advierta a la gente de que viene el tren», apuntaba ayer
indignado José Ramón, el padre de David, que explicó que «de la señal
de stop a la vía hay unos dos metros, por lo que te tienes que acercar
para ver si viene el tren y eso es peligroso». «Los vecinos -añadió-
seguimos corriendo peligro, sobre todo los agricultores, que somos los
que más pasamos por aquí.
Respecto al proyecto en marcha, el padre del chico
repitió otra vez el mensaje que todos quieren transmitir: «Es un
anteproyecto cuya redacción va a llevar mucho tiempo porque se tienen
que expropiar fincas y eso no se hace de la noche a la mañana», recordó
José Ramón, que añadió que este proyecto, además, «afecta a muchísimas
personas porque se trata de dos núcleos poblacionales».
Por su parte, la alcaldesa aseguró que «mañana (por hoy)
vamos a ponernos en contacto con el delegado del Gobierno en Cantabria
para pedirle una reunión y hablar de este tema».
Todo lo anterior en medio de un silencio que, a las cinco
en punto, al paso de un tren, se tornó en abucheos y pitidos que no
cesaron hasta que el convoy se perdió de vista. Entonces, una joven leyó
un mensaje: «Pedimos la seguridad de este paso para que a ningún otro
vecino le pase lo que le pasó a David». Veinte minutos después, los
vecinos posaron las pancartas en el suelo y se fueron dejando al lado
del paso a nivel los dos ramos de flores que recuerdan el accidente que
hace un año truncó la vida de David y la de su familia.
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