El Congreso del PSOE de Cantabria

22 marzo 2012

La celebración del próximo Congreso Regional del PSC-PSOE no invita, precisamente, al optimismo: un balance –que no es solo el del último año sino el de una trayectoria mucho más prolongada –que ha ido debilitando, aún con el falso brillo de sus años de gobierno, a la organización; unas propuestas y unos candidatos –llámense oficialistas o alternativos – sin la suficiente credibilidad para el futuro inmediato y a largo plazo que requiere la izquierda en Cantabria; y unos marcos para el debate, devaluados de partida por sus vicios de procedimiento en las elecciones de delegados y en las mismas limitaciones de las ponencias de referencia, cargadas de tópicos y literatura genérica, estandarizada e intercambiable. Y es que entre toda la retórica de acompañamiento en presentaciones y propaganda de los aspirantes a transformar estatutos, objetivos y funcionamiento del partido, no acabamos de encontrar la reflexión adecuada sobre un pasado que no podemos olvidar si no queremos vernos condenados a repetirlo en los términos del desastre en que hemos venido a parar y por mucho que nos llenemos la boca de optimismo.


En primer lugar, porque aquí nadie ha dado un paso atrás y todos los responsables del mayor fracaso en la historia del PSOE en Cantabria –y sin paralelo en ninguna otra Comunidad Autónoma– están queriendo dar, en cambio, un paso adelante –en la mejor tradición de los bomberos pirómanos– para seguir al frente de una organización donde han carecido del más mínimo sentido de la oportunidad –y mostrado, por contra, un claro oportunismo– al haber permanecido en total silencio cuando más tenían que haber hablado y actuado en todo ese tiempo en que ya se manifestaban con claridad los síntomas del desastre anunciado; y cuando no se han privado, eso sí, de hablar por los codos, prometer el cielo y realizar giras por agrupaciones y foros ahora que vuelven a intentar perpetuarse orgánica e institucionalmente en sus posiciones, sin debates entre candidatos y creando sus propias corrientes a través de fidelidades personales, redes ocultas, cónclaves secretos, intrigas de pasillos, y neutralización de críticas y blindajes en los órganos de dirección.

 En segundo lugar, porque, como consecuencia lógica, no han hecho autocrítica alguna sobre el funcionamiento interno del partido y las repercusiones que ha tenido en los propios balances de la parte del Ejecutivo que les correspondió, del grupo parlamentario que en teoría le sostuvo, y en las políticas comarcales o municipales que pudieron llevar a cabo consagrando unas relaciones en las que no ha sido el partido y las bases quienes han controlado a sus representantes sino al revés, por muchas consignas, argumentarios o alertas que circulen de arriba a abajo desde un “aparato” cada vez más aislado y distante. Una perversión política que es el resultado de compatibilidades orgánicas e institucionales y apelaciones al liderazgo –en vez de a las decisiones colectivas– o a los debates cerrados, sumamente perjudiciales para la democracia interna, la renovación política y la participación ciudadana, sustituidas, con frecuencia, por prácticas clientelares, conductas sectarias, exclusión de “enemigos internos” y vicios nepotistas en una organización que no puede dejar de aspirar, como objetivo esencial, a ser democrática, transparente y en ósmosis permamente con la sociedad que le rodea, dentro de una asunción de responsabilidades que nunca se ha producido y de un contraste sistemático de las propuestas e iniciativas con las bases y el electorado al que representan, que tampoco ha existido.

  En tercer lugar, porque no se ha hecho un análisis en profundidad de la naturaleza y el resultado de los pactos suscritos con el PRC, causantes –entre otras razones– del progresivo debilitamiento del PSOE y capítulo imprescindible para el establecimiento de futuras alianzas donde no se repitan los graves errores cometidos en el reparto de Consejerías y presupuestos, en el control y seguimiento mutuos de la acción de gobierno, o en la formación de grupos de trabajo en las áreas que queden al margen de la intervención directa del partido.

 En cuarto lugar, porque entre tanto voluntarismo, propósitos de la enmienda y buenas intenciones no acaba de hacerse explícito ni siquiera el borrador de un programa que recupere propuestas para la crisis: conversión de las Cajas en Banca Pública; freno a las privatizaciones en la gestión de recursos y servicios básicos –el agua, por ejemplo, la educación, los servicios sociales....–; racionalización administrativa –comarcalización, fusiones de ayuntamientos...–; fiscalidad mucho más progresiva e incisiva sobre patrimonio, sucesiones y rentas de capital; inversiones en obras públicas, equipamientos e infraestructuras mucho más urgentes, selectivas y exigentes en rentabilidad económica, social y ambiental –desde Valdecilla a la Universidad hasta la lucha contra los dispendios e infrautilización de AVE,s, puertos de recreo, La Lastra, GFB, polideportivos, variantes superfluas, rotondas “artísticas”, despilfarro de subvenciones con fondos comunitarios o iniciativas industriales sin control...–; impulso y descentrañización del I+D+i; reforma electoral autonómica sobre distritos, diputados y vinculos territoriales...,

 Y en quinto lugar, porque los nuevos proyectos que el PSOE debió y debe abanderar siguen sin impregnarse de sensibilidad ambiental y análisis críticos sobre el vaciamiento de competencias de la Consejería específica en beneficio de las más depredadoras y la negativa a generalizar un régimen fiscal verde, sobre la localización del Centro Botín o los rellenos de la bahía, sobre los retrasos y aplazamientos de la ordenación territorial y la planificación urbanística, sobre el olvido del PROT –dejando el campo abierto a la construcción en suelo rústico y la especulación, a las macrosuperficies y la movilidad obligada en perjuicio del pequeño comercio y el desarrollo endógeno, a la devaluación del POL, la Ley de Costas y los programas de rehabilitación ambiental, al crecimiento en mancha de aceite de núcleos y periferias urbanas, a más riesgos de inundaciones, a la falta de planificación y fomento de las energías renovables, a la marginación de prácticas agroambientales y diversificación productiva en las áreas rurales...–, sobre la degradación de espacios protegidos y paisajes, y sobre una Movilidad Sostenible contra el cambio climático a través de la mejora de transportes públicos urbanos e interurbanos, y del ferrocarril convencional y de cercanías, con tarifas más bajas, frecuencias mayores, conexiones intermodales, carriles-bici, ahorro y eficiencia energéticas, reconversión ecológica de los procesos productivos, aplicación de las 5 Erres en aprovechamiento de recursos y tratamiento de residuos..., y tantas otras lagunas en la calidad de vida y la sostenibilidad que continúan sin ser lo prioritarias que merecen en estos tiempos que son, también, los de la crisis ecológica global de la que seguimos sin enterarnos.

Emilio Carrera. Miembro de la Ejecutiva Local del PSC-PSOE en Cabezón
de la Sal

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