El premio Cabuérniga de Investigación sobre Culturas Rurales y
Marineras, organizado y patrocinado por la Revista Cantárida de Cabezón de la
Sal, ha alcanzado su XX Edición desde su creación en 1993. Una iniciativa
surgida al amparo del Festival Cabuérniga-Música de los Pueblos del Norte,
desaparecido en 2001 tras 15 años de fructífero protagonismo en la música
tradicional y folk, y de una publicación comarcal –la más antigua de Cantabria
en su periodicidad mensual– que en 2013
celebrará su XXX Aniversario.
El Premio
Cabuérniga tiene como objetivo estimular los culturas rurales y marineras,
revalorizar la originalidad y calidad de las investigaciones y propuestas de
dinamización, y contribuir a la difusión, exaltación y conservación de sus
valores etnográficos, ambientales,
musicales, económicos, socio-culturales,
geográficos, históricos y artísticos.
Durante dos
décadas, y a pesar de las dificultades económicas, el sectarismo institucional y la indiferencia
–cuando no el boicoteo y marginación– de entidades y sectores que no han asumido
compromiso alguno con nuestras iniciativas, el Premio Cabuérniga ha mantenido
una continuidad editorial con una veintena de títulos –que forman parte de la
exposición bibliográfica abierta en el Centro de Estudios Rurales de Cabezón de
la Sal– en un contexto de decadencia progresiva de los hábitos de lectura sobre
textos impresos –sustituídos por unos soportes digitales cada vez más
contaminados de telegramas, epitafios e
incompetencia escrita por la superficialidad, dispersión, velocidad, pensamiento
fulminante y negación del esfuerzo necesario y sostenido para convertir la
información en conocimiento y sabiduría–
que hacen aún más meritoria y necesaria su trayectoria para estimular los
aprendizajes y la reflexión cultural en su sentido más amplio, meditado, crítico
y participativo.
Una trayectoria
preocupada, entre otras cosas, por liberar a las culturas rurales y marineras de
su vocación de puros escenarios recreativos para las desbandadas, el reposo o la
diversión de los habitantes de las áreas urbanas; de convertirlas en refugios
ensimismados de vida lánguida o escondida; o de acabar siendo remedos
estereotipados y clónicos de hacinamiento urbanistico, degradación paisajística,
deterioro ambiental, y desarrollo insostenible, en vez de ser la alternativa a
planteamientos depredadores que deberían aprender de estos espacios
tradicionales –con sus limitaciones, con sus problemas específicos, con sus
hipotecas y atrasos en tantos aspectos– el mayor respeto y compatibilidad con la
naturaleza y el paisaje, los aprovechamientos endógenos y ecológicos de sus
recursos, su austeridad frente al consumismo y el despilfarro, sus ritmos
sosegados y parsimoniosos frente al vértigo, el automatismo y el estrés de
sociedades supuestamente más avanzadas, y su énfasis en los vínculos de
solidaridad y proximidad –por más que
padezcan, también, de la ferocidad de la vida cotidiana, y de los infiernos
pequeños y los horizontes cerrados de sus microcosmos particulares– frente a la
deshumanizada competitividad del mundo actual.
En este sentido,
recordamos la reciente publicación del XIX Premio Cabuérniga “Saja, territorio
de los sentidos”, de Nacho Zubelzu, un original recorrido literario y artístico
por la fauna y flora del Parque Saja-Besaya con 100 dibujos de especies
representativas, un formato de síntesis
entre el poema visual y el cuaderno de campo, y una interacción entre textos e
imágenes con la dimensión estética y didáctica de un diario de viaje,
imprescindible en cualquier estrategia de educación ambiental o acercamiento a
la naturaleza.
No olvidamos,
por otro lado, la Mención de Honor, “Población
y asentamientos en un espacio de poblamiento ultradisperso: El alto valle
del Pas”, de Bárbara Quevedo de Celis, un análisis de los condicionamientos
geográficos y bioclimáticos en la organización del territorio pasiego, con las
implicaciones ambientales, sociales y turisticas de los nuevos aprovechamientos
y su diversificación funcional; un trabajo que no se ha editado por la falta de
apoyos y que, confiamos, publicarla en
el futuro.
Por último,
queremos felicitar a los ganadores de la XX Edición, de forma conjunta, Miguel
Angel Sánchez por “Cabuérniga en el s.XVIII. Sociedad y Economía”, con la
caracterización de Ruente, Cabuérniga y Los Tojos, según el Catastro de
Ensenada; y Ramón Bohígas
–coordinador del grupo de alumnos del IES Valle del Saja, Lara Bárcena,
Adrián Díaz, Angel Di Gleria, Anjara Merino, Carlos Sáiz, Alberto Salces y Amaya
Sánchez– con “El itinerario de Carlos I de Treceño a Cabuérniga en 1517”, un
preciso recorrido del primer viaje a España con Laurent Vital y la
identificación de los escenarios e infraestructuras que jalonaron su ruta con
especial atención a la utilización pedagógica y didáctica de sus contenidos y
significaciones históricas; destacamos, también, la Mención de Honor a “El ovillo y la lana: Un
ensayo metodológico de caminería histórica en el valle de Lamasón (Cantabria)”,
de Alberto Ansola Fernández, por la minuciosa descripción de su red viaria, los
caminos locales y sus conexiones supramunicipales, dentro del ámbito científico
de la geografía histórica del paisaje; y mostramos nuestra satisfacción por la
calidad y rigor del resto de los trabajos presentados y, particularmente, de los
suscritos por Mario Corral García sobre el escritor Manuel Llano por su
contribución al más profundo conocimiento de su vida y obra, y por Zaida
Hernández Rodríguez por “Las Rondas de Mozos en el Valle del Saja”, un singular
estudio sobre los orígenes, la evolución y la importancia de la actividad y el
significado de sus repertorios y funciones socioculturales.
Emilio Carrera. Revista Cantárida. Organizadora y patrocinadora del Premio
Cabuérniga de Investigación sobre Culturas Rurales y Marineras.
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