Matan a tiros a ocho vacas en un establo de Cabezón de la Sal

01 septiembre 2009


«No nos llega la piel al cuerpo», dice alarmada una vecina del barrio Pontonillas, en Cabezón de la Sal. «Tenemos mucho miedo», asegura la propietaria de una de las ocho casas que forman este barrio, sacudido desde hace un año por extraños y desagradables sucesos. El último, el pasado sábado. Ocho vacas aparecieron muertas en el interior del establo, y dos gravemente heridas. Eran de raza limusina, destinadas a carne. Todas ellas, cuatro grandes y cuatro terneros, presentaban «disparos en la cabeza de balas del calibre 22», afirma una de las personas que vive en el barrio y que no quiere dar su nombre «por miedo a represalias». «Aquí no hay justicia», dice, «no puedes hacer nada y si los pillas en el ajo te matan, porque van armados».

Con el miedo en la voz, este vecino de Pontonillas asegura que no es la primera vez que el barrio empieza un fin de semana con miedo: «Todo ha sucedido siempre en viernes por la noche», recuerda. «Hace un año quemaron dos cabañas en el monte, hace meses cogieron las reses de un vecino, las echaron de la cuadra y le prendieron fuego, otra vez quemaron un garaje con un coche y la segadora dentro. También ha habido pintadas con amenazas», admite con preocupación otro vecino, que intuye quién puede estar detrás de esa cadena de sucesos que mantiene en vilo a todo un pueblo donde se habla de «venganza» para explicar el porqué de «ese horror».
Nadie maneja sólo un nombre. La versión de una de las fuentes que vivió en primera persona el suceso asegura que «es imposible que eso lo hiciera una persona sola porque tuvo que coger el ganado, conducirlo dentro del establo, cerrarlas, y estar luego dentro con él para matar a las reses. Había alguien más». Los afectados tienen una cosa clara: «Quien haya hecho estas cosas tiene que ser de la zona, porque conoce perfectamente dónde están los animales, los horarios que llevan, conoce esto de pé a pá».

Todos los 'ataques' se han dirigido a los vecinos del Barrio Pontonillas. «Las faenas ya se las han hecho a seis vecinos distintos», admiten, pero nada se sabe de las posibles causas de estos extraños ataques a un barrio tranquilo de Cabezón.
A las nueve de la mañana descubrieron los cadáveres de las reses y para poner una denuncia en la Guardia Civil requerían un informe veterinario. «No había efectivos, así que llamaron al 061 y movilizó a un agente de Cabuérniga porque estaban todos cubriendo el descenso del Deva». Según los testigos, a última hora de la tarde acudió al lugar de los hechos la alcaldesa de Cabezón de la Sal, Isabel Fernández, acompañada por miembros de la Consejería de Ganadería. Sin pistas aún, el asombro en el barrio es tan grande como el silencio que rodea estos sucesos que tiene paralizados a los vecinos.

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