Trenzas de cuero y regalices gigantes en Cabezón de la Sal

01 agosto 2010

Ayer el mercado de los sábados de Cabezón de la Sal tenía competencia, porque justo donde terminaban los puestos de bragas y aceitunas, empezaban otros un poco más estrafalarios, más marrones, más. medievales. Eran los puestos del Mercado Medieval que este fin de semana tiene lugar en la localidad. Otra vez cuernos de toro que sirven de lámparas, brujas que saludan a los niños con los ojos del terror y hadas de color verde esperanza, o rojo amor. Productos al gusto de cien clientes diferentes y ni un detalle a su libre albedrío. En el mercado medieval hasta los burros parecían tener nombre. Aunque fuera el de los niños con los que cargaban de un lado a otro del mercado, ida y vuelta, una y otra vez.

Como en la Edad Media, los duendes y las hadas custodian los espíritus de los presentes y la decoración se convierte en el arte de la perfección. Túnicas hasta los pies y flores alrededor de la cabeza hacen de los tendederos verdaderos personajes medievales. A las once de la mañana, nada más abrir el telón, ya eran varias las personas que se habían acercado a mirar. Los donuts de chocolate que atiborraban los puestos de repostería llamaban a gritos al personal, difícil resistirse a la tentación.

Competencia

En la pastelería de Pedro, que se encuentra justo al lado del mercado, dicen que lo han notado: «Esto está muy bien para el pueblo, pero para los comercios no tanto. Se nota porque siempre te quitan algún cliente», afirma Pedro Gutiérrez, el dueño. Ya se sabe, unos pierden y otros ganan.

Pero todos salen de la rutina entre pulseras de cuero y gominolas de tantos colores como un dibujo animado. Y para receta, la de Jamal, que viene de Zaragoza y vende todo tipo de dulces árabes hechos a base de frutos secos naturales. «No uso ni leche ni huevos y los hago yo mismo», afirma. Los visitantes le miran escépticos. «¡Está bueno!», nos dice. Un puesto de juguetes antiguos, colores y más colores. Olor a hierbas de bosque medieval. Y de fondo una melodía un poco desajustada sale de los altavoces dispuesta a comerse la tacañería de los presentes. Más allá, una parrillada gigante hace sonar el estómago, costilla, chorizo, morcilla. Al traste con la dieta, hoy hay mercado medieval. Lo de Mónica Salguero es otra cosa, ella vende Creps o fixuelos, en asturiano. Dice que los hay dulces y salados y que los salados son vegetales, «por el calor». Aunque los que seguro salen ganando son los niños. Ellos disfrutan y no pagan. Camas elásticas, ajedrez, mini golf y un carrusel de madera del tamaño de 'Frodo'. Al menos se sabe que si no acuden por su propio pie al mercado, los padres lo harán obligados por sus hijos.

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