Un hombre amenazó con suicidarse durante más de diez horas

José Gutiérrez ha mantenido todo el día en vilo a familiares, policías, bomberos y vecinos de Cabezón de la Sal. Desde las ocho de la mañana hasta pasadas las seis y media de la tarde ha permanecido apoyado en la ventana de su casa, el tercero derecha del portal nº4 de la Avenida de Europa, amenazando con suicidarse. De la otra ventana, colgó una pancarta con el siguiente mensaje: "Este es un mensaje para el abogado… que se quedó con mi dinero. Devuélveme lo que me robaste".

Enseguida llegaron al lugar de los hechos Guardia Civil, bomberos, médicos, psicólogos y una ambulancia. En poco tiempo la zona ya se encontraba acordonada y rodeada de vecinos que se asombraban al enterarse de la noticia. "José dice que se va a tirar”, comentaban. El hombre, de 32 años de edad, se apoyó en la ventana con una cuerda alrededor del cuello, sentado sobre un cojín, con cigarrillos, una botella y algún tipo de recipiente para hacer sus necesidades.

Quiero que me devuelvan mi dinero", gritaba mientras los psicólogos trataban de razonar con él. Y de vez en cuando, sacaba otra pancarta dirigida al abogado, que decía: "te ha salido un grano en el culo".

A lo largo de la mañana, los bomberos hincharon una colchoneta bajo la ventana, pero al poco tiempo tuvieron que volver a deshincharla a petición de José. La situación se puso tensa cuando cogió dos cuchillos y amenazó con cortarse. "Se le notaba bastante nervioso", comentaban. Pero fue una falsa alarma, afortunadamente. Mientras, la Guardia Civil anunciaba que no tenía intención de actuar mientras los psicólogos no lo aconsejasen.

La solución llegó en torno a las seis y media de la tarde cuando un psicólogo, subido en una escalera, negoció con José Gutiérrez. Después de una hora de conversación, el suicida dejó al psicólogo sentarse junto a él en la repisa pero no acceder a la casa. Tras otros minutos de charla, ambos entraron de forma voluntaria en casa de José Gutiérrez, que tranquilamente conversó después con la Policía y los Bomberos y fue trasladado a Valdecilla por su propia familia.

De esta manera, la historia tuvo un final feliz aunque durante mucho tiempo se dudó de ello.