Pasión por la enseñanza

31 mayo 2013

Pasión por la enseñanza

Cuando Alberto Agüayo y Covadonga Gutiérrez, dos profesores de física y química en el IES Valle del Saja de Cabezón de la Sal, hablan de su trabajo lo hacen con pasión y modestia. Tanta, que nada indica que son los ganadores del premio nacional a la Mejor Divulgación de la Química en Enseñanzas no Universitarias que otorga la Real Sociedad Española de la Química. Atribuyen el mérito a los alumnos, “los verdaderos protagonistas que participaron e hicieron posible todas las actividades que llevamos a cabo en 2011 con motivo del Año Internacional de la Química”. Esas actividades que les han hecho merecedores de este premio y de todo el reconocimiento que ello conlleva. Sin ellos, los alumnos, no se hubiese hecho, pero tampoco “sin la ayuda económica de la empresa Textil Santanderina”, que puso encima de la mesa todas las facilidades para que Alberto y Covadonga plasmasen las ideas de la cabeza a la probeta. 

Los cimientos del proyecto que les ha dado el premio los pusieron los de antes, “todos aquellos profesores del departamento que con anterioridad a nosotros realizaron diversas actividades para difundir la ciencia”. Lo han hecho a “hombros de gigantes”, como dijo Isaac Newton al final de su carrera, refiriéndose a que no podría haberlo logrado sin el trabajo previo de otros. Aunque lo cierto es que, con los pies en la tierra, estos dos docentes organizaron una serie de actividades para conmemorar el Año Internacional de la Química en el año 2011 con el objetivo de sacar la química de las clases y difundirla. 

“Tenían que ser actividades que pudieran realizar los alumnos para contribuir a divulgar esta ciencia”, explica Covadonga, serena, aunque aún no se cree lo del premio. No parecía algo difícil para un departamento acostumbrado a participar en concursos y certámenes con trabajos de los estudiantes. Pero esta vez era distinto. La idea implicaba más, “que participasen todos los alumnos de ciencias, que se implicasen padres y profesores y que se nos conociera por aquellos que están con lo de la química”, se expresa Alberto. 

De esta barriga llena de ideas, salieron disparadas varias actividades. “Comenzamos pensando en hacer una tabla periódica con un material novedoso y de calidad”. Cada alumno dibujó un elemento con un programa informático en un formato común y luego todos se montaron en unas fichas de PVC. El resultado es una tabla periódica gigante –seis metros de largo por tres de ancho- que hoy ocupa una de las paredes del edificio, en la que aparece el nombre de cada elemento, la etimología, dónde se descubrió, quién y cómo. Un proyecto en el que participaron los 118 alumnos de ciencias. Su orgullo. Uno de ellos. 

Porque orgullos tienen muchos. Como las demostraciones que los alumnos realizaron durante todo el año. Cada recreo o cada hora libre un alumno presentaba su propio experimento delante de todos en el salón de actos. “Los preparaban en horas extras con nuestra ayuda”. “Fue un éxito absoluto e indiscutible, se llenaba el salón de actos”. Así lo define Alberto, con la ilusión de sus alumnos en la expresión. “En este instituto existe un orgullo por presentar la ciencia en público”. Es una frase bonita, “y es verdad”. De hecho, añade Covadonga, “hay gente que cambia su vocación en segundo de bachiller”. Y es una forma de no aburrir con la química, de exprimir las fórmulas para sacarles todo el jugo de la diversión. Pero no todo es vino y rosas. “Es cierto que si tuviéramos más apoyo económico y más horas de clase, podrían hacerse muchas más cosas”, se lamentan. 

Otra de las actividades consistió en realizar un blog, ‘a hombros de gigantes’ donde cada alumno colgaba enlaces a noticias relacionadas con la química. El año de la química terminó en noviembre, el Día Internacional de la Química. Entonces fue el boom. “Alumnos de 1º y 2º de bachillerato realizaron experimentos durante toda la mañana en la pista del polideportivo”. 

Por este popurrí de ideas llevadas a la práctica de la mejor forma posible, Alberto y Covadonga son hoy merecedores del galardón. El premio es el reconocimiento y una dotación económica, “pero sobre todo el reconocimiento”. “Estamos desbordados porque no sabemos si nos lo merecemos o no”. Merecedores o no, ambos tienen claro que ésta es la línea a seguir. “Tenemos que continuar divulgando la física y la química como ciencias experimentales”. El principio del camino lo han trazado a la perfección.

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