Las políticas globales y sectoriales del Gobierno de Cantabria y
las
distintas Consejerías siguen contribuyendo con sus medidas
legislativas,
sus inversiones directas o complicidades con la
iniciativa privada, su
inhibición en el cumplimiento de normativas y
resoluciones, o su
colaboración con instituciones –Ayuntamientos,
Demarcación de Costas,
Confederación Hidrográfica....–, a la
degradación ambiental, a la ruina
progresiva de valores y equilibrios
ecológicos –fundamento, no lo
olvidemos, de la optimización de las
actividades productivas y el
aprovechamiento sostenible de los
recursos–…–, y a la pérdida de la calidad
de vida y de los paisajes
de Cantabria.
Los últimos empeños en
ignorar al Tribunal Supremo y al
Constitucional con la nueva Ley de Costas,
el vaciamiento de la
Evaluación de Impacto Ambiental, y los desafíos a las
sentencias de
demolición de viviendas en la costa o de la depuradora de
Vuelta
Ostrera, están en la enésima modificación de la legislación
urbanística y territorial –con una relajación del régimen
disciplinario
y las sanciones– y la reciente Ley del Suelo de
Cantabria que refuerza la
inseguridad jurídica y la discriminación
legal frente a ayuntamientos y
particulares que respetaron las leyes
y normas vigentes, al facilitar la
construcción de viviendas en suelo
rústico o de especial protección y en la
franja litoral y los parques
naturales, el aumento de densidades o cambios
arbitrarios de usos y
actividades y la recalificación residencial en
espacios naturales o
poco artificializados, y escasos y valiosos desde el
punto de vista
agroganadero, ecológico y paisajístico.
Una
filosofía basada en una Cantabria infinita que dispersará,
aún más, su
estructura de asentamientos, encarecerá infraestructuras,
equipamientos y
servicios, desarticulará las tramas existentes, y
consumirá ecosistemas,
suelos y escenarios cada vez más frágiles y
limitados. Todo ello sin saber
los recursos disponibles o las
directrices previas con las que introducir
estos nuevos cambios al no
aprobarse con antelación la Ley del Paisaje, el
Plan Regional de
Ordenación del Territorio o el de Ordenación de los
Recursos
Naturales de Cantabria –que deberían tener rango de Ley– y ocupar
el
lugar preferente en la jerarquía normativa territorial, urbanística y
ambiental, dentro de las contradicciones e incompatibilidades, a su
vez, con la Ley de Conservación de la Naturaleza y el Plan de
Ordenación del Litoral.
Profundas limitaciones encierran,
también, los proyectos de
Obras Públicas, sin debate previo alguno, sobre
carreteras entre
2014-21 –celebrando, por anticipado,
dos
triunfos electorales, y sin saber a cómo va a comprar el asfalto al
cártel de la región–, y sin precisar presupuestos, la situación legal
–por ejemplo, de la variante de Comillas–, la argumentación de las
prioridades en restauración de paisajes afectados sin trampas de
estudios de impacto a la carta, y los despilfarros o las necesidades
superfluas que sostienen a variantes como las de Potes, Sarón,
Ampuero
o Cabezón de la Sal, la demolición de los puentes de Sta
Lucía y
Villanueva sobre el Saja en vez de remodelarlos con vuelos
laterales, los
accesos desmesurados a El Soplao o Cabárceno ...,
carentes de análisis
rigurosos del tráfico existente y el previsible
o de un Plan de Movilidad
Sostenible para reducir desplazamientos
obligados y fomentar transportes
públicos, conexiones intermodales o
continuidades de carriles-bici con
frecuencias y tarifas baratas en
ferrocarril y autobuses de líneas urbanas
e interurbanas.
Por último, la Consejería de Agricultura muestra,
también, una
nefasta gestión de los espacios protegidos y la biodiversidad
–los
destrozos de La Argolla, variante y golf de Oyambre, San Vicente,
Monte Corona, Santoña, Liencres, Saja-Besaya, Collados de Asón,
Hijedo
o Valderredible...–; de ecosistemas fluviales, áreas rurales y
de montaña,
concentraciones parcelarias...; de la política forestal
con la epidemia de
pinos y eucaliptos; de precios agroganaderos,
pesqueros, y denominaciones
de origen ecológicas; de los mercados
locales y el desarrollo endógeno...,
entre otras graves carencias. Y
con otras Consejerías sin criterios
sostenibles de seguridad
ambiental en la prohibición del fracking, las
localizaciones eólicas,
turismo respetuoso, transporte y consumo doméstico
e industrial,
descarbonización en el tráfico de viajeros y mercancías,
arquitectura bioclimática o ahorro y eficiencia energéticas; sin
reparto adecuado de la fiscalidad ecológica; sin educación ambiental
y
conductas sostenibles en todos los níveles académicos y ámbitos
privados o
institucionales; y sin objetivos sistemáticos de
reconversión ecológica de
los sectores productivos.
Emilio Carrera, Miembro de Ecologistas en
Acción-Cantabria.
JORNADA PUERTAS ABIERTAS AULA 2 AÑOS
Hace 1 semana
0 Opiniones...Anímate a participar :
Publicar un comentario