Las agresiones al río Saja

26 noviembre 2013

La Confederación Hidrográfica del Cantábrico con la bendición y complacencia de los Ayuntamientos y las Consejerías del Gobierno de Cantabria con competencias laterales en la gestión de los ecosistemas fluviales y obras hidraúlicas –Medio Ambiente y Ganadería– ha culminado, en su particular empecinamiento, despilfarro e ineficacia, las obras de remoción, alisamiento y dragado del cauce del río Saja desde Cabuérniga hasta Cabezón de la Sal.

    Y es que resulta incomprensible que no haya habido estudios previos de impacto ambiental para optimizar unas cuantiosas inversiones que no van a evitar, como pretenden, las periódicas inundaciones, además de los daños al paisaje, a la flora y la fauna asociadas, y a los equilbrios hidrológicos que se habían ido consolidando a lo largo de estos últimos años después de los encauzamientos salvajes de hace más de dos décadas y haciendo caso omiso de las Directivas de la Unión Europea sobre el tema y de la propia Ley de Aguas.

    En esta lamentable estrategia, la tecnoburocracia –nunca mejor dicho para resumir las deformaciones profesionales de la filosofía puramente ingenieril e hidraúlica, carente de una visión integral y ambiental de los contextos globales y los comportamientos físicos e hidrológicos del conjunto de la cuenca–, la inercia y sumisión de las Administraciones locales y autonómicas, y los graves errores en la ordenación territorial y la planificación urbanística, siguen concibiendo a los ríos (y en un sentido más amplio y ecológico, a los ecosistemas fluviales) como unos simples canales de desagüe cuando sus dinámicas naturales son mucho más complejas, frágiles y delicadas frente a estas duras y agresivas actuaciones que van a  aumentar la velocidad de la corriente, potenciar los efectos de rebote y la apertura de brechas laterales, perjudicar los hábitats de la pesca fluvial, reducir la biodiversidad y degradar la variedad de los paisajes y micropaisajes tradicionales.

   Las propuestas, en cambio, de iniciativas más baratas, respetuosas y eficaces siguen marginándose: Mantenimiento de la estructura meandriforme del trazado, conservación y ampliación de las formaciones de ribera y los bosques de galería, restauraciones hidrológico-forestales en las cabeceras y laderas de fuerte pendiente del propio río, afluentes, canales y arroyos (aún los de circulación esporádica), restricción de las plantaciones masivas de pinos y eucaliptos que potencian la acción de la escorrentía superficial, reducen la capacidad de esponjamiento del suelo,  y potencian los arrastres, deslizamientos y erosión de las tierras, prohibición de rellenos y ocupación de los cauces fósles y las zonas humedas adyacentes, rehabilitación y dragados cuidadosos de presas y canales –Santa Lucía, Portajén... –, prioridad de inversiones en garantizar la calidad de las aguas, eliminación de los focos de contaminación y los vertidos directos de aguas residuales..., entre otras actuaciones prioritarias y más necesarias.

Emilio Carrera. Miembro de Ecologistas en Acción.

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