"De repente, vimos humo y las luces. Frené y nos vimos debajo del camión"

13 junio 2014

Siete de los heridos del accidente múltiple de esta mañana en la Autovía del Cantábrico, a la altura de Cabezón de la Sal, han sido atendidos en el hospital más cercano, Sierrallana. Todos ellos tienen heridas y contusiones de carácter leve y la mayoría ya han sido dados de alta.


Muchos salen con collarín, tras sufrir un ‘latigazo’ cervical, habitual en estos casos. Casi todos son vecinos de Asturias y Galicia que iban a trabajar o de vacaciones, y ahora tratan de buscar un medio de transporte que les permita reanudar su vida lo antes posible.

Relatan emocionados las escenas duras que les tocó vivir a primera hora de la mañana en medio de un denso banco de niebla que terminó llevándose por delante la vida de dos ocupantes de uno de los vehículos. Coinciden en señalar que lo primero que vieron fue un ‘humo blanco’ y que después no pudieron evitar la colisión con otros coches o camiones. A partir de ese momento, desorientación en medio de la niebla, miedo y el sonido de más choques entre otros vehículos a lo largo de unos 500 metros, calculan. Algunos se han enterado de que hubo muertos en el accidente al conversar con otros heridos a la salida del hospital torrelaveguense.

Uno de ellos ha sido Alberto, de Pravia, que se dirigía con su furgoneta a trabajar en un mercado medieval en Navarra, concretamente a Huarte. A la salida del hospital, Alberto, que ya está jubilado, contacta por teléfono con la compañía cultural con la que colabora, con el fin de ver si consigue un vehículo de sustitución. En ese momento coincide con otro herido, el joven Marcos, de Santiago de Compostela, que también iba a montar un stand en un mercado medieval, esta vez en Bilbao.

«Veníamos circulando entre la niebla y, de repente, humo y las luces. Frené y después nada, debajo del camión. A los pocos segundos vino otro por detrás y nos embistió», explica Mari Paz, vecina de Castrillón, cerca de Avilés, que iba de vacaciones con su marido, Juan, a Huesca. «Vinos el humo, olía a quemado, y de repente el camión –añade Jorge–; no nos dio tiempo a nada, casi ni a frenar. Nos metimos debajo del camión y a nosotros nos dio otro turismo más bien por un lateral, el derecho».

Mari Paz insiste en que venía conduciendo su Seat Córdoba entre la niebla y que en ese punto la visibilidad era «casi nula». Ambos salen del hospital con collarín y los médicos les han dicho que van a estar una buena temporada «magullados». «Por lo menos tenemos la suerte de que no nos ha pasado casi nada», dice la conductora. Él se queja especialmente de la «marca» que le ha dejado el cinturón de seguridad en el pecho. Su camiseta está raída a la altura del hombro. «Como somos de otra comunidad autónoma, la ambulancia no nos lleva y tenemos que coger un taxi», se queja.

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