El camino que lleva al siglo IX

22 septiembre 2015

El reto es salir a pie a las once de la noche del viernes desde Cabezón de la Sal y, paso a paso, llegar a Brañosera, en Palencia, antes de las tres de la tarde del domingo. Cuarenta horas para recorrer 94 kilómetros. Es una prueba «para gente a la que le guste andar», sin duda, pero carece por completo de espíritu competitivo. La cita deportiva no es un fin en sí misma, sino un medio para dar a conocer «una ruta permanente», la de los foramontanos, la que seguían hace doce siglos los repobladores enviados por Alfonso II a la Meseta Norte desde el Cantábrico. Detrás de esta propuesta, convocada para los días 9, 10 y 11 de octubre, está el organizador de Los 10.000 del Soplao, Jesús Maestegui, un gran aficionado a plantear desafíos.


La Ruta de los Foramontanos discurre por las poblaciones cántabras de Cabezón de la Sal, Mazcuerras, Ruente, Cabuérniga, Los Tojos y Campoo de Suso, y termina en la palentina de Brañosera. Los ayuntamientos de estos siete municipios forman parte de la Asociación Cultural Ruta de los Foramontanos, presidida por Maestegui y creada en julio de 2014. Desde entonces se han dedicado a señalizar el recorrido con indicadores cada cien metros, a desbrozar, limpiar y abrir tramos, a investigar los orígenes y los tesoros arqueológicos y culturales de este itinerario histórico y a promocionarlo. Quieren que la marcha de tres días sea un revulsivo para llamar la atención sobre esta senda y convertirla en foco de atracción durante todo el año, al estilo del Camino de Santiago. Gran parte del trazado, que incluye tramos «de cierta dureza», atraviesa el Parque Natural Saja-Besaya.

Los foramontanos, los que se aventuraban «fuera de las montañas», eran grupos humanos que se nutrían sobre todo de la comunidad visigoda refugiada en el Cantábrico tras la conquista musulmana de la Península Ibérica en el año 711 y de los excedentes de población del Ducado de Cantabria. Inducidos por el rey de Asturias, acudieron a repoblar la Montaña Palentina y la Tierra de Campos, tras la retirada de los árabes más allá del Duero. En el año 814 ellos marcaron la ruta entre Malacoria (hoy Mazcuerras) y Brannia Osaria, la actual Brañosera, que en el 824 se convirtió en el primer ayuntamiento de España al recibir allí un grupo de estos colonos la primera carta puebla. Así lo divulga la asociación cultural que quiere resucitar esta vía.

Los andarines que decidan inscribirse en la I Ruta a Pie de los Foramontanos «tendrán el privilegio de ser los primeros en vivir esta experiencia, pero también van a ser los conejillos de indias», admite Jesús Maestegui. La marcha es «en régimen de autosuficiencia», es decir, que cada cual debe apañarse como pueda o como quiera para comer y reposar. «Serán totalmente autónomos, pero tampoco los vamos a dejar tirados», tranquiliza el promotor de la prueba. Los que decidan cargar con un saco de dormir o una esterilla podrán acomodarse en dos puntos que coinciden con los controles de paso: bajo una carpa en Bárcena Mayor, donde tendrán que llegar antes de las siete de la tarde del sábado para no ser eliminados, y en el castillo de Argüeso, población que deben hollar los caminantes antes de las tres de la madrugada del domingo.

Siempre con pulsera

Todos los participantes llevarán una pulsera identificativa que es preciso conservar hasta el final del recorrido y que les dará derecho a disfrutar de menús foramontanos a precio especial en todos los establecimientos hosteleros colaboradores. En la carta solo habrá productos existentes en la Península a principios del siglo IX: frutos secos y frescos del bosque, verduras autóctonas de la época, trucha, carne de jabalí, de ave, de cerdo y de otras especies originarias del lugar... Pero nada de alubias, tomates, patatas... todo lo que llegó siglos más tarde de América. El que lo prefiera puede tirar de tupper, de tartera, de bocadillo o de menú libre a precio de mercado.

Cada persona inscrita en la ruta recibirá instrucciones por correo: deben ir provistos de luz, bebida y comida, llevar ropa y calzado cómodos, algo de abrigo, chubasquero y conocer los tramos en los que no se atraviesa población alguna y en los que no hay cobertura de móvil. Cuando pasen por los pueblos tendrán aspecto de deportistas, y como tales serán animados, nada que ver con el efecto que causan los integrantes de otra marcha bien distinta organizada desde 2014 por la asociación. La segunda, la de este año, se desarrolló el fin de semana pasado y participaron veinte personas, con Jesús Maestegui a la cabeza, caracterizado de fraile. Es la ruta de época, en la que se exige ir ataviado con vestimentas propias de principios del siglo IX.

Como un auténtico grupo foramontano redivivo, con sus atuendos extemporáneos, acompañados de animales de campo e instrumentos musicales como el bígaro, el cuerno y el tambor, los caminantes de la marcha de recreación histórica asombran a los lugareños que se topan con esta estampa medieval a lo largo de los 80 kilómetros que completan. A esta caminata de septiembre también se le dará continuidad y se montarán talleres para ayudar a confeccionar ropa adecuada a quienes quieran sumarse.

La organización de la ruta deportiva servirá una comida foramontana al final del camino (se ofrecerá este servicio a partir de las siete de la tarde del sábado) y devolverá a los andariegos desde Brañosera a Cabezón de la Sal en autobús. Como recuerdo de la aventura recibirán una camiseta conmemorativa y en destino se les entregará, sellado, un pasaporte foramontano que dará fe de su proeza. No se publicarán clasificaciones. La filosofía es otra y en ello insiste Maestegui: «Lo deportivo no es la finalidad, sino la forma de dar a conocer esta ruta permanente».

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