El reto es salir a pie a las once de la noche del viernes desde
Cabezón de la Sal y, paso a paso, llegar a Brañosera, en Palencia, antes
de las tres de la tarde del domingo. Cuarenta horas para recorrer 94
kilómetros. Es una prueba «para gente a la que le guste andar», sin
duda, pero carece por completo de espíritu competitivo. La cita
deportiva no es un fin en sí misma, sino un medio para dar a conocer
«una ruta permanente», la de los foramontanos, la que seguían hace doce
siglos los repobladores enviados por Alfonso II a la Meseta Norte desde
el Cantábrico. Detrás de esta propuesta, convocada para los días 9, 10 y
11 de octubre, está el organizador de Los 10.000 del Soplao, Jesús
Maestegui, un gran aficionado a plantear desafíos.
La Ruta de los Foramontanos discurre por las poblaciones cántabras de
Cabezón de la Sal, Mazcuerras, Ruente, Cabuérniga, Los Tojos y Campoo
de Suso, y termina en la palentina de Brañosera. Los ayuntamientos de
estos siete municipios forman parte de la Asociación Cultural Ruta de
los Foramontanos, presidida por Maestegui y creada en julio de 2014.
Desde entonces se han dedicado a señalizar el recorrido con indicadores
cada cien metros, a desbrozar, limpiar y abrir tramos, a investigar los
orígenes y los tesoros arqueológicos y culturales de este itinerario
histórico y a promocionarlo. Quieren que la marcha de tres días sea un
revulsivo para llamar la atención sobre esta senda y convertirla en foco
de atracción durante todo el año, al estilo del Camino de Santiago.
Gran parte del trazado, que incluye tramos «de cierta dureza», atraviesa
el Parque Natural Saja-Besaya.
Los foramontanos, los que se aventuraban «fuera de las montañas»,
eran grupos humanos que se nutrían sobre todo de la comunidad visigoda
refugiada en el Cantábrico tras la conquista musulmana de la Península
Ibérica en el año 711 y de los excedentes de población del Ducado de
Cantabria. Inducidos por el rey de Asturias, acudieron a repoblar la
Montaña Palentina y la Tierra de Campos, tras la retirada de los árabes
más allá del Duero. En el año 814 ellos marcaron la ruta entre Malacoria
(hoy Mazcuerras) y Brannia Osaria, la actual Brañosera, que en el 824
se convirtió en el primer ayuntamiento de España al recibir allí un
grupo de estos colonos la primera carta puebla. Así lo divulga la
asociación cultural que quiere resucitar esta vía.
Los andarines que decidan inscribirse en la I Ruta a Pie de los
Foramontanos «tendrán el privilegio de ser los primeros en vivir esta
experiencia, pero también van a ser los conejillos de indias», admite
Jesús Maestegui. La marcha es «en régimen de autosuficiencia», es decir,
que cada cual debe apañarse como pueda o como quiera para comer y
reposar. «Serán totalmente autónomos, pero tampoco los vamos a dejar
tirados», tranquiliza el promotor de la prueba. Los que decidan cargar
con un saco de dormir o una esterilla podrán acomodarse en dos puntos
que coinciden con los controles de paso: bajo una carpa en Bárcena
Mayor, donde tendrán que llegar antes de las siete de la tarde del
sábado para no ser eliminados, y en el castillo de Argüeso, población
que deben hollar los caminantes antes de las tres de la madrugada del
domingo.
Cada persona inscrita en la ruta recibirá instrucciones por correo: deben ir provistos de luz, bebida y comida, llevar ropa y calzado cómodos, algo de abrigo, chubasquero y conocer los tramos en los que no se atraviesa población alguna y en los que no hay cobertura de móvil. Cuando pasen por los pueblos tendrán aspecto de deportistas, y como tales serán animados, nada que ver con el efecto que causan los integrantes de otra marcha bien distinta organizada desde 2014 por la asociación. La segunda, la de este año, se desarrolló el fin de semana pasado y participaron veinte personas, con Jesús Maestegui a la cabeza, caracterizado de fraile. Es la ruta de época, en la que se exige ir ataviado con vestimentas propias de principios del siglo IX.
Como un auténtico grupo foramontano redivivo, con sus atuendos extemporáneos, acompañados de animales de campo e instrumentos musicales como el bígaro, el cuerno y el tambor, los caminantes de la marcha de recreación histórica asombran a los lugareños que se topan con esta estampa medieval a lo largo de los 80 kilómetros que completan. A esta caminata de septiembre también se le dará continuidad y se montarán talleres para ayudar a confeccionar ropa adecuada a quienes quieran sumarse.
La organización de la ruta deportiva servirá una comida foramontana al final del camino (se ofrecerá este servicio a partir de las siete de la tarde del sábado) y devolverá a los andariegos desde Brañosera a Cabezón de la Sal en autobús. Como recuerdo de la aventura recibirán una camiseta conmemorativa y en destino se les entregará, sellado, un pasaporte foramontano que dará fe de su proeza. No se publicarán clasificaciones. La filosofía es otra y en ello insiste Maestegui: «Lo deportivo no es la finalidad, sino la forma de dar a conocer esta ruta permanente».
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