Una docena de cántabros trabaja en Holanda gracias a un currículum entregado en Solares

03 mayo 2010

En el proceso de buscar trabajo, Rebeca, dos Cármenes, Leticia, Nayra, Lucrecia, Olga, Marianela, Ignacio y Pedro enviaron su currículum a la Agencia de Desarrollo Local de Solares (Medio Cudeyo). Y fue muy efectivo: de allí salieron colocados, sólo que su oficina está a 1.520 kilómetros de distancia, en Lelystad (Holanda) donde participan en la construcción de una central de ciclo combinado. Ahora son siete mujeres (hace unas semanas eran nueve, dos ya se han vuelto ya) y dos varones. Todos, cántabros que aprovechan que no tenían expectativas en su país para aprender otro idioma y otra cultura laboral.

La responsable de esta ampliación de horizontes es Marina Gómez, una ingeniera industrial titulada por la Universidad de Cantabria que, aunque tenía un puesto estable en una gran empresa de la región, optó por plantearse nuevos retos. Se matriculó en un master de Ingeniería en París y luego fichó por una multinacional francesa que le encargó el proyecto actual en los Países Bajos. Una vez en el destino, la cántabra constató la escasa flexibilidad de los holandeses para hacerse cargo de determinados trabajos que requerían adaptación al gran proceso de construcción que estaba en marcha.

«Dado que tengo un jefe muy abierto, le propuse recurrir a españoles. Y se me ocurrió contactar con la bolsa de empleo de la Agencia de Desarrollo Local de Medio Cudeyo. Pedíamos personas con idiomas y experiencia de trabajo en el extranjero -o, en su defecto, gente que se supiera desenvolver-». También había que demostrar habilidad informática, dado que la mayor parte de los puestos a ocupar eran de gestión administrativa. Pero lo fundamental», cuenta la promotora de las contrataciones, «era una actitud concreta. Cuando esto se inició, la factoría iba muy retrasada , precisamente por la rigidez de los empleados locales».

Bolsa de empleo

Es decir, se buscaba personal al que no se le cayeran los anillos por esperar una hora fuera de su horario a un camión que llegaba con material o que no pusiera reparos a trabajar un sábado. «Estas horas, además, siempre se compensan. Pero el adaptarse a la necesidad concreta de la obra era muy importante». El responsable de la bolsa de empleo municipal ayudó mucho a las contrataciones, ya que hacía una primera criba de entre todos los currículums recibidos.

Luego Marina Gómez se encargaba de las entrevistas, que se iniciaban en inglés, a través del móvil. Quien no seguía la conversación desde el primer momento, era descartado. Y quien dudaba o necesitaba mucho tiempo para pensárselo, también. «Teníamos prisa. Han venido chicas que se han incorporado en cuatro días. La que más tardó en llegar a la obra fue una semana». Sólo una persona, al acabar la primera semana de trabajo, decidió de acuerdo con la empresa que no encajaba en el proyecto y se volvió para Cantabria.

La ingeniera considera a día de hoy que a todas las demás les ha compensado dar el salto. «Aparte de un salario competitivo, se les ofrecía casa y coche compartido. Es probable que consigan ahorrar», aventura. Y según fueron aterrizando en Lelystad, hace ya más o menos un año, se les fue adjudicando puestos. «Prácticamente todas desempeñan ahora empleos de mayor responsabilidad que cuando llegaron».

Rebeca, oriunda de Pontejos -que fue la primera en enrolarse- es ahora la asistente de la obra; la santanderina Carmen es la administradora, y la también santanderina Leticia ejerce como supervisora. Nayra, de El Astillero, es actualmente la responsable del almacén, mientras que Carmen, de Cabezón de la Sal, está de asistente de construcción. Por último, Lucrecia (de Santander) está empleada como documentalista. El grupo se completa con el también ingeniero industrial Ignacio y con Pedro, un santoñés recién llegado.

Gente bien cualificada

Los cántabros representan, en realidad, una ínfima parte de la empresa, ya que la obra civil de la instalación de energía ha tenido en momentos punta hasta un millar de trabajadores de todas las nacionalidades. Y Marina Gómez advierte de que la situación es excepcional «porque es cierto que las multinacionales» suelen preferir empleados locales cuando enfrentan un proyecto así. Lo que no obsta para que, en esta ocasión, este puñado de jóvenes haya tenido una oportunidad de desarrollo laboral 'a la europea'.

La promotora de las constrataciones hace una última reflexión. «Ha sido un orgullo ver que teníamos gente para elegir, bien cualificada, con idiomas y, sobre todo, deseando nuevas experiencias. Creo que dice en favor de la formación de la gente de Cantabria».

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