Un trágico accidente ha teñido de luto la apertura de la
campaña truchera en la región. Uno de los cientos de pescadores que este
martes participaron en la apertura de la veda en Cantabria, G. G. S.,
vecino de Torrelavega, resultó ahogado cuando practicaba con la caña por
la ribera el río Saja en la poza de la Hoz de Santa Lucía, cerca de
Cabezón de la Sal. El cuerpo sin vida fue localizado dos kilómetros
aguas abajo por el helicóptero del 112, que con la intervención de un
buzo lo rescató del río y lo depositó en una finca de la localidad de
Cos (Mazcuerras).
El infortunado pescador, de 66 años, se encontraba
practicando desde primera hora en la zona de Santa Lucía. Alrededor de
la una y media de la tarde G. G. echaba la caña a unos trescientos
metros aguas arriba del puente y en un momento determinado tropezó, sufrió un resbalón y desapareció en el río. Unos
pescadores se percataron del incidente desde lejos, pero nada pudieron
hacer más que dar aviso por teléfono al 112, que activó las alarmas y
emitió una alerta de hombre al agua. Mientras
llegó el operativo de emergencia, los pescadores que se acercaron hasta
donde vieron por última vez al infortunado solo encontraron el canasto
que portaba G. G., que se había quedado trabado entre unas ramas muy cerca de allí.
Los bomberos del Parque de Valdáliga desplazados
inspeccionaron ambas riberas del río desde donde se vio por última vez
al pescador hasta el puente de Santa Lucía sin resultado alguno, con lo
que la búsqueda se amplió aguas abajo del Saja con la ayuda de agentes
de la Guardia Civil y de la Policía Local. Al tratarse del inicio de la
veda de la trucha, en las márgenes del río se encontraban unos cuantos
pescadores, aunque ninguno de ellos vio pasar nada extraño que ayudara a
encontrar al desaparecido.
Rastreo
El operativo de búsqueda también activó al helicóptero del
servicio de Emergencias. Una vez en la zona inició el rastreo a la
altura de Virgen de la Peña. A partir de ahí el aparato fue remontando
el río poco a poco sobre el cauce primero por Ontoria y luego de
Mazcuerras; sobre
las cuatro de la tarde, cuando sobrevolaba uno de los márgenes del Saja
en la localidad de Cos, junto a la finca El Serrallo, los ocupantes del
helicóptero divisaron lo que podía ser el cuerpo del pescador.
Aparecía enganchado con unas ramas, si bien de forma muy inestable y
corría el peligro de que la fuerte corriente con que bajaba el río le
soltara, siguiera arrastrándole y acabara perdiéndosele de vista.
De modo que se decidió actuar pese al fuerte viento Sur que
soplaba y que dificultaba las maniobras, lo mismo que la cercana
presencia de algunos tendidos y de los propios árboles de la ribera. Un
buzo rescatador se descolgó por el cable de la grúa del aparato hasta el
cuerpo de G. G. para engancharle y asegurarle. Una vez amarrado, el
helicóptero izó el cadáver con el fin de llevarlo hasta una zona segura,
en la finca El Serrallo, donde el juez de guardia ordenó el
levantamiento del cadáver. Los restos de G. G. fueron trasladados hasta
el Instituto Anatómico Forense de Valdecilla, donde se le practicará la
autopsia.
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