"Escribir me ha atrapado tanto que no puedo dejar de hacerlo"

17 julio 2014

Miguel Álvarez-Bolado debuta en el mundo editorial con 'Nunca un mercedes'.
Miguel Álvarez-Bolado (Valladolid, 1964) escribe porque lo necesita, «porque no puede vivir sin hacerlo». Lo hace sin demasiadas pretensiones «porque siempre he trabajado en ello, bien haciendo discursos para otras personas o en otras labores relacionadas con la comunicación. Tras cambiar de empleo, me di cuenta que no podía estar sin hacerlo». El resultado de esa necesidad es una novela que, con el título de 'Nunca un mercedes', acaba de publicar Qualea y que ya está a la venta en las librerías.


Pucelano «por casualidad, porque desde muy pequeño he vivido en Cabezón de la Sal», Álvarez-Bolado regenta la empresa familiar tras un largo periodo como responsable de comunicación. En el último año dedicó sus ratos libres a elaborar una historia, la de un acomodado empresario que un buen día cree conocer el amor a través de una página de contactos. 'Nunca un mercedes' es, según él mismo define, «una novela de confidencias» en la que la lealtad y los secretos proporcionan un toque de misterio, porque Felipe, su protagonista, irá descubriendo facetas oscuras de esa mujer. «Es una historia que ahonda en las claves de la naturaleza humana y en la problemática de la pareja moderna», señala.

Ambientada en Santander, donde reside (aunque cada día se desplace a Cabezón de la Sal para trabajar), confiesa que cuando empezó a escribir no tenía una idea muy clara en la cabeza. «La historia surgió poco a poco. Ni siquiera pensaba en hacer una novela. Decidí sentarme en el ordenador y escribir lo que se me iba ocurriendo. Un buen día decidí unir todos esos pasajes y entonces la historia tomó forma», confiesa.
Las relaciones por internet fueron el tema elegido «porque se trata de un tema actual que me permitía también abordar la soledad de la pareja. La mayoría de las veces la pareja piensa en plural, y solo cuando se rompe es cuando sus miembros se dan cuenta de que llevan mucho tiempo sin pensar en uno mismo», reflexiona.

Tras finalizar la novela se planteó enviársela a Qualea, «sin muchas esperanzas, la verdad». Por lo que su sorpresa cuando recibió una llamada proponiéndole su publicación fue mayúscula.

También fue un empujón a su autoestima y, sobre todo, un motivo para seguir escribiendo y plasmando en el papel todo lo que le viene a la cabeza. Hasta el punto de que ya se ha puesto en la que será su segunda obra, «una novela intimista que cuenta la compleja relación entre un hombre maduro que vive con su padre».

El proceso de escritura es el mismo que con su primer libro. Va haciendo pasajes sueltos que depura y corrige varias veces, y que le servirán para dar forma a esa historia que ya está en su cabeza. Su estilo también es idéntico, «sin muchos adornos. Me gustan las frases sencillas, cortas y con un vocabulario que pueda entender todo el mundo», dice. Así lleva escribiendo desde hace años en sus anteriores trabajos, cuando sin saberlo se inoculaba el veneno de la escritura. «Me tiene tan atrapado que no puedo dejar de hacerlo», insiste.

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