«Una liberación» es lo que sintió ayer Pepa Mateo,
propietaria de una vivienda a medio construir en Cabrojo, en el
municipio de Cabezón de la Sal, cuando le embargaron el inmueble. Esta
mujer rubia de voz intermitente lleva 'metida en un embrollo' desde el
año 2005, en que se propusiera derrumbar el chalé adosado heredado de su
abuela y en su lugar construir dos viviendas. Ayer entregó la propiedad
de este inmueble tras un suspiro de alivio por dejar atrás un proyecto
que «no me ha traído más que disgustos».
Cuando decidió echar abajo la casa heredada, contrató a
un técnico para construir las dos viviendas. «Solicité un crédito para
pagar la obra», explica. Luego tuvo que pedir otro y luego otro más
porque, asegura, «como consecuencia de los errores cometidos por el
arquitecto y el aparejador se me fue gastando el dinero en reparaciones
de sus fallos y el capital destinado a la obra se iba esfumando».
El problema creció cuando, en 2007, las obras de la casa
de Pepa provocaron el derrumbe del muro del chalé de al lado con los
vecinos dentro a los que, por suerte, no les sucedió nada. La dueña del
chalé denunció a Pepa. Después de varios pleitos y no pocos quebraderos
de cabeza seguramente por ambas partes, Pepa sufragó el arreglo de la
casa de Concepción y trató de continuar con su obra. «Llegué a hacer
tres proyectos diferentes, pero se me acabó el dinero», dice. Entre
arquitectos inexpertos, créditos y pleitos, deshacerse de esta casa no
supone tan mala noticia.
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